La miseria de un país rico en recursos energéticos y naturales es sencillamente injusta. Una inmensa cantidad de niños, jóvenes, adultos y ancianos transitan por las calles de Venezuela, cargando el peso intolerable del hambre en sus estómagos vacíos, porque tres malos gobiernos derrocharon una incalculable fortuna y además demostraron ser los más incapaces para garantizar al país las condiciones mínimas de productividad y desarrollo.
¿Era necesario el desgaste y descrédito de la clase política en un “diálogo” con el gobierno más ilegal e ineficiente de toda América Latina? Según las normas morales, de trato social y jurídico que rigen nuestra nación, la respuesta es no. Cuando un gobierno tiene como política de Estado generar insatisfacción y necesidad, incurre en una violación flagrante de los Derechos Humanos. Al privar y/o negar las condiciones más elementales de subsistencia para que la ciudadanía no prospere según lo esperado y deseado, este se deslegitima a sí mismo.
En medio del desalentador panorama nacional, observamos que las sanciones hacia los funcionarios más corruptos están a la orden del día desde Estados Unidos y la Unión Europea. Es momento oportuno para que los sectores organizados de la sociedad -estudiantes, sindicatos, comerciantes, empresarios, académicos, banqueros, ONG´s- apoyen y difundan masivamente estas iniciativas, con el propósito de exigir a los diputados de la Asamblea Nacional entablar un nuevo diálogo con la Justicia Internacional.
Las acciones de la clase política nacional deben encaminarse a solicitar la intervención de la Corte Penal Internacional de Justicia, porque está demostrado que Venezuela es incapaz de juzgar los crímenes de lesa humanidad –asesinato, exterminio, persecución, privación de libertad sin respeto al debido proceso y agresión- debido a que el Estado no tiene ningún mecanismo confiable para impartir justicia, y el Poder Ciudadano es acéfalo.
Quienes hacen un llamado a las acciones de calle obvian parte de la realidad; el gobierno entrega más armas que comida; los “organismos de seguridad” agreden a los ciudadanos en lugar de defenderlos; el Consejo Nacional Electoral cuenta con más votos que votantes; el sistema de salud tiene más enfermedades que medicinas y miles de personas están concentradas en emigrar, mientras millones están en búsqueda de alimentos. En tales circunstancias, es imperativo promover un diálogo autentico en instancias legítimas, aun cuando no sean tan eficaces como requiere la premura; el único diálogo aceptable para la política venezolana es con la Justicia Internacional.
Quienes desacreditan esta vía, suelen referirse al supuesto apoyo de China y Rusia a Nicolás Maduro, y esto está muy lejos de la realidad; estos gobiernos tienen un legítimo interés en cuidar las inversiones que han hecho en nuestro país. El mundo está globalizado y el capitalismo no deja de transformarse y renovarse en el siglo XXI porque nosotros tengamos la peor economía de la historia contemporánea. Si algún país está claro del naufragio económico de Venezuela, ese país es China.
Lidis Méndez
Secretaria de Organización
Unidad Visión Venezuela Mérida
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