Para la diputada a la Asamblea Nacional (AN) Dignora Hernández, Venezuela vive hoy el mayor drama social de su historia. Además, señaló que alcanzó su cúspide en materia de salud y alimentación. “El cáncer es una tragedia, pero la carencia de tratamiento en Venezuela es un crimen”, expresó la asambleísta.
Nota de prensa
A propósito del Día Internacional contra el Cáncer Infantil, la parlamentaria aseguró que la familia venezolana se enfrenta hoy a uno de sus mayores desafíos y “es que buscar salud en Venezuela hace rato que es una odisea”. La dirigente de Vente Venezuela aseguró que “hay que tener una resistencia de hierro para ver padecer a un hijo o a un familiar con este flagelo y tener que luchar para lograr su cura en un país donde hoy no se garantiza la salud”.
La afiliada del partido de la libertad señaló la “imposibilidad de obtener un diagnóstico a tiempo y un tratamiento” de aquellas personas que padecen algún tipo de enfermedad. Para la diputada, no obstante, la familia venezolana se planta con firmeza en su lucha y “no se doblega cuando ve padecer a un ser querido”.
Hernández recordó que el “derecho a una vida digna” le está siendo negado a la sociedad venezolana con el actual régimen. “Su incapacidad deliberada para gestionar la crisis exhibe una profunda indolencia al negarles posibilidades a nuestros hijos de tener mejores condiciones de vida”, afirmó la dirigente político.
El artículo 83 de la Constitución Nacional establece que “la salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado que lo garantizará como parte de derecho a la vida…”. Según la afiliada a Vente Venezuela, los niños son las principales víctimas de nuestro sistema de salud.
“En Venezuela la crisis humanitaria ya expone sus rostros, así lo ha evidencian los recientes fallecimientos de niños por comer yuca amarga”, expuso Hernández en referencia a los casos ocurridos en el estado Aragua.
La sub-jefa de la Fracción Parlamentaria 16 de Julio, culminó expresando que “mereceremos vivir en un país de ciudadanos donde podamos ejercer nuestro derecho a tener una vida digna, en el que se cumpla con el precepto constitucional de garantizar a toda persona, conforme al espíritu de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos que ordena el artículo 19 de la Constitución de la República”.