La discreción y el recato no están entre sus virtudes. Actúan con el mayor desparpajo, las formas no cuentan. Al grupo gobernante lo unifica la obsesión por conservar el poder y lo caracteriza la desfachatez en su comportamiento. El estilo es el de la camarilla y sus allegados.
No se puede desestimar la coherencia y consecuencia con sus propósitos. Perseverar en el error es propio de la concepción decimonónica en la cual los mayoría de la cúpula se formó. Quienes persiguen aproximarse a la “élite” plagian sus conductas y para mostrarse obsecuentes se presentan “más papistas que el papa”.
En este último caso destaca la inefable ministra para de Asuntos Penitenciarios Iris Valera quien recientemente manifestó en un programa de televisión oficialista que los venezolanos que han emigrado son “frustrados de las guarimbas” “ojalá que no regresen más nunca…el que se va no hace falta, por mí que se vayan todos esos bichos”.
No pretendo incursionar en una materia en que el sociólogo venezolano residenciado en España Tomás Páez ha realizado una extensa investigación, al igual que otros compatriotas, pero sin duda que con esa indígnante declaración se pretende ignorar las causas profundas que ha provocado el éxodo, en sus inicios de jóvenes estudiantes y profesionales competentes que no visualizaban -lamentablemente- un futuro prometedor en nuestro país; más recientemente la emigración masiva por vía terrestre hacia los países vecinos tiene otras características asociadas a la situación económica y social, en particular con el hambre existente como consecuencia de las políticas que el gobierno ha venido imponiendo.
Pretenden que ignorando o negando la realidad ella dejara de existir por lo menos para sus más fieles seguidores, permitiéndoles conservar un “núcleo duro” que junto a otras medidas para mantener control social como el empleo discriminatorio de los CLAP, el carnet de la patria y la manipulación de procesos electorales; intentar que la mayoría social y política que los rechaza se pueda expresar electoralmente
Si bien es cierto que en anteriores procesos electorales (salvo los del año pasado) no tuvieron que apelar a la trampa más descarada, aunque siempre abusaron del poder, utilizaron el ventajismo y los recursos del estado en sus campañas, no se veían en la necesidad de emplear el fraude descarado, tal como se demostró en la elección del Gobernador de Bolívar. Era vital para la camarilla gobernante impedir que Andres Velasquez asumiera la Gobernación en ese estado, donde confluyen diversos intereses en relación con la cuestionada explotación del arco minero.
El gobierno a través del CNE y las decisiones adoptadas, especialmente en los últimos tres procesos, ha venido progresivamente ya desde hace tiempo provocando la desconfianza de los electores en el poder del voto. Paradójicamente el organismo electoral que debiera ser el promotor de la participación electoral, actúa como un ente que no estimula la concurrencia a los comicios.
Había oído el rumor, luego lo confirmé. Recientemente Luis Florido lo hizo público, en las conversaciones en República Dominicana, cuando la oposición planteó un nuevo CNE y la salida de la actual presidenta , Elias Jaua afirmó: “si nosotros sacamos a Tibisay Lucena, de repente la gente se anima a votar”. Entendemos que esa confesión la hizo el representante oficialista, sin el menor rubor y frente a los cancilleres que acompañaban la negociación. ¡Que pena con esos señores¡ A confesión de parte, relevo de pruebas.
La discusión que se realiza en las organizaciones políticas y en general en la sociedad, sobre las elecciones de abril y la estrategia posterior, necesariamente tiene que retomar la exigencia ya planteada de elecciones, libres justas y competitivas. Sea cual sea la posición que en definitiva adopte la Mesa de la Unidad.