Lo que serían símbolos de la modernidad y el progreso de Venezuela, son ahora las consecuencias de las políticas gubernamentales y del denominado “socialismo del siglo XXI”, infraestructuras que se deterioran ante la mirada de los caraqueños.
Por Daniel Álvarez / Venepress
Ahora símbolos del fracaso y atraso de políticas que según los resultados, son desacertadas.
Sambil La Candelaria: De uno de los centros comerciales más ambiciosos a la desidia
En el año 2010 a cuatro meses de su inauguración, la obra fue ocupada por alrededor de 3.000 damnificados. En el 2014 se ordenó su desalojo.
Para el año 2017 el coordinador de la Asamblea de Ciudadanos de Candelaria, Carlos Julio Rojas, aseguraba que la infraestructura funcionaba como la sede de la Corporación de Comercio y Suministro Socialista, adscrita al Ministerio del Comercio y que era resguardado por presuntos “colectivos”.
Desde la Constructora Sambil denunciaban “el saqueo” de lo que sería la extención del famoso centro comercial venezolano.
“Desaparecieron transformadores, motores de escaleras mecánicas, bombas de agua, puertas de ascensores, aires acondicionados, cables, componentes mecánicos y tableros eléctricos. También los techos”, informaba Alfredo Cohén Kohn, director de la constructora a El Nacional.
Otro vecino fracasado: Centro Financiero Confinanzas
Destinado a ser: Centro de Coordinación para la Atención de Emergencias del Distrito Capital. Resultado: proyecto fracasado
La también conocida como “Torre de David”, fue desmantelada, la mayoría de sus cristales fueron robados. Fue invadido y convertido en “un racho vertical”.
Las familias que ahí vivían usaban motos para llegar a los primeros diez pisos, y escaleras para los niveles superiores se instalaron bodegas, barberías y hasta guarderías.
Las Torres “morochas” de Parque Central
La torre tiene 14 años sin funcionar completamente, se pudo conocer que hasta ahora operan las sedes del Ministerio Público, Saime, Gobierno del Distrito Capital y Ministerio de la Mujer.
La espada de Bolívar: Más recursos para la torre que ya no se parece a su gemela.
Le instalarían una antena de 30 metros, elaborada con acero e inspirada en la espada de Simón Bolívar, estaría iluminada con los colores de la bandera nacional y elevará la cota de la torre, que originalmente mide 223 metros. Según Dayana Ramírez de Tascón, arquitecta y presidenta de la Junta Administradora de la obra. Se invirtieron 197 millones de bolívares.
“Esto será visitado por el mundo entero. Creemos que esto va a tener mucho atractivo, restaurantes, la vista para ver todos los contrastes de la ciudad, entretenimiento, cultura?”, Aseguraba la entonces jefa de Gobierno del Distrito Capital, Jacqueline Faría.
Hoy las tres edificaciones que por cierto no fueron construidas durante el gobierno del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), lucen abandonadas, sin mantenimiento y deterioradas. Apenas tienen uso y no se define qué se hará con ellas.
En medio de la crisis económica más grande que ha atravesado Venezuela, se ven lejos la posibilidades de que vuelvan a ser íconos del país que se perfilaba como uno de los más modernos y progresistas de Latinoamérica.