El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) halló 108 petroglifos –una especie de grabados– en la zona arqueológica de La Campana, en Colima, que en conjunto abarcan casi 3.000 años, que van desde del periodo Preclásico (1700 a.C.) al Posclásico (900 a 1521 d.C), reseñó Infobae.
La dependencia informó que son piezas con iconografías, dimensiones y filiaciones culturales distintas, que sus arqueólogos localizaron al noroeste de la ciudad de Colima.
Este hallazgo convierte a La Campana en uno de los sitios más ricos en información pétrea, y en uno de los pocos en México con evidencia de todas las etapas culturales de Mesoamérica.
Al frente de este importante descubrimiento están Enrique Martínez Vargas, quien dirige las labores de supervisión, registro e investigación en superficie de la primera fase de construcción del parque arqueoecológico La Campana, y Ana María Jarquín Pacheco, titular de este proyecto arqueológico.
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Sus características son variadas, dijo. Algunos representan animales –figuras zoomorfas– como monos, aves, víboras y mariposas, y otros muestran rayas, numerales, flores, corazones y rostros humanos.
También sus dimensiones varían, pues unos pesan varias toneladas y otros pueden manejarse manualmente.
Respecto de la temporalidad y filiación cultural de los glifos, Martínez Vargas informó que se registró, por ejemplo, una piedra del periodo Preclásico Tardío (400 a.C.) con nueve rostros de perfil (humanos y animales) dibujados en sus costados.
Además localizaron cerca de una estructura arquitectónica, un petroglifo con rasgos teotihuacanos y una temporalidad que va de 400 a 600 d.C, por lo que una posibilidad es que haya sido un marcador para indicar que en dicho edificio habitó o fue depositado un individuo procedente de Teotihuacan.
Los trabajos también han permitido excavar un entierro capacha con una temporalidad fijada entre 1800 y 1700 a.C. Está integrado por seis individuos y 18 objetos cerámicos, aunque aún se encuentra en exploración.
Otro hallazgo fue una especie de muro de contención de aproximadamente 75 metros de largo, instalado junto al río Colima, que resguardaba una escalinata de cinco peldaños en uno de sus segmentos. “Esto habla de un control cultural y económico del afluente”, dijo el arqueólogo.
De acuerdo con Martínez Vargas, que el actual territorio de La Campana haya sido ocupado culturalmente por casi 3.000 años, se explica por sus bondades naturales: dos afluentes que lo delimitan y abastecen (el río Colima al este y el arroyo Pereyra en el oeste), y una planicie de gran utilidad para el cultivo y el comercio.
El arqueólogo adelantó que en esta primera etapa de supervisión elaborarán un catálogo del conjunto de petroglifos y materiales localizados para establecer mejor los rasgos de cada uno y tener una idea más clara de su lenguaje pétreo de cara a posteriores investigaciones en gabinete.