Lapatilla
Ante las debilidades de la oposición, es decir, ante su falta de unidad, el régimen ataca y busca oxígeno con un proceso electoral que sabe es ilegal e ilegitimo pero que necesita aprobación internacional, para lo que, por una parte, ha “animado” a algunos partidarios de la cómoda cohabitación, como Henry Falcón para que presente su candidatura, apoyado lamentablemente, por el MAS, un partido que había venido jugando un papel interesante en el proceso hacia la democratización, aunque nunca adoptó posición claramente definida sobre sus arreglos con el régimen; y un Copei intervenido por el régimen que nada tiene que ver con el Partido Social Cristiano, una vez liderado por Rafael Caldera y Herrera Campins. Afortunadamente Eduardo Fernández, no cayó en la trampa que le habría montado el Copei oficialista, tampoco Claudio Fermín, quien había venido acariciando la idea de una candidatura unitaria a su alrededor, solo el Henry Falcón se unió a la comparsa. Solo el dinero pudo haberle segado la conciencia de los cientos de muertos y presos políticos que ha dejado esta robolución.
Ahora bien, no solo requiere el bandidaje anclado en Miraflores de candidatos fantoches como Falcón, para mostrar una elección “libre, justa y honesta”, sino una observación internacional que seguramente estará representada por los de siempre, sus amigos del Foro de Sao Paolo, de los partidos y grupos sociales ideológicamente próximos que sin duda aplaudirán de nuevo al CNE de Tibisay y las brujas que integran su junta directiva, y proclamarán al unísono al final de la “victoria avasallante” de Maduro, que observaron el funcionamiento, en vivo, el “mejor sistema electoral del mundo.”
Todos fuera saben que esos acompañantes parcializados no representan la verdadera observación internacional, por lo que ahora solicitan la observación de Naciones Unidas, conscientes de que su papel no será determinante ya que las cartas están echadas. El régimen les invitará para mostrarles las “enormes” y “disciplinadas” colas de votantes, la calma reinante en el país el 22 de abril, la civilidad de los venezolanos en el Poliedro, en dónde votan más de 4 millones de personas, todos chavistas, evidentemente.
Sería lamentable que las Naciones Unidas acepte legalizar una elección fraudulenta de origen, pues deben saber, suponemos, que su representante, el del PNUD en Caracas así lo habrá informado: que la ANC es ilegal e ilegítima y que fraudulentamente convocó una elección que no es sino una pantomima, para continuar la farsa.
Deben saberlo. Y si no lo saben hay que decirle a Guterres, quien curiosamente nunca se ha pronunciado en contra de la dictadura de Maduro, de lo que se trata y adelantarle que la presencia como observadores en esta oportunidad solo confirmaría y apoyaría la dictadura. No hay nada que observar y esperemos que no se presten las Naciones Unidas a un show más del bolivarianismo.
Le toca ahora a la oposición acercarse a la Secretaría General de la ONU e impedir que ésta envíe una misión, como tampoco lo hará la OEA, menos la Unión Europea, ni Mercosur, quizás Unasur, aunque el Alba, sin duda.
Robert Carmona-Borjas