Me dicen que María Corina Machado atiende personalmente su cuenta de Twitter, algo que me parece muy bien, pues, por muy atareados que estemos, existen redes que son absolutamente indelegables. Ella, de un modo u otro, nos ha acostumbrado a sentencias lapidarias, decididas y hasta riesgosas, como aquella del “conmigo no cuenten”, a la postre, acertada, cuando otros planeaban postergar el revocatorio para 2017: no hay mejor juez, el tiempo le dio la razón.
Este fin de semana próximo pasado, circuló el fragmento de un mensaje en el que, con claridad, calificó a la fracción parlamentaria 16 de Julio como el último reducto de dignidad de la Asamblea Nacional. Por supuesto, levantó la polvareda digital y, tanto así, a juzgar por la sesión de ayer, que los miembros de la agrupación de diputados fueron objeto de burlas y ataques más o menos soterrados en el hemiciclo, por quienes se sintieron ofendidísimamente aludidos por el telegrama electrónico.
Asunto, por cierto, casi anecdótico, si no se tratase de la representación popular que siempre la presumimos sobria. Principalmente, las mujeres se creyeron tan personalmente afectadas, y hubo un prolija exposición de fotografías de las protestas del año pasado, donde destacaron parlamentarios malheridos, profusamente publicitados por los partidos como héroes de las jornadas: están en su derecho, pero – vale la primera conclusión – fue una respuesta masiva, generalizada y espontánea de una ciudadanía implacablemente reprimida, la cual – simple – no pudieron evadir o hubiese sido el colmo que así lo hicieran. No obstante, la reacción esconde un problema de fondo.
No es otro el problema que el de la inmediata y unilateral concurrencia a las elecciones de gobernadores y alcaldes que, a pesar de contravenir el mandato del 16 de julio de 2017, faltando poco, aprobado por la Asamblea Nacional, resultó no sólo desconocido, sino traicionado por los partidos que utilizaron tarjetas interpuestas y juramentaron a los suyos, reconociendo a la tal constituyente. Encima de todo, arrogantes monopolizadores de la unidad opositora que dejó realmente de ser tal, decidieron promocionar e ir al diálogo y, tal como mil veces se les advirtió, perdieron hasta el modo de andar en República Dominicana y ahora parapetean un frente amplio tan reconocido por sus estrecheces, temiendo literalmente que las expresiones que la dictadura y ellos mismos llaman radicales, les compitan por su conducción en el corazón mismo de la alianza.
Que sepamos, la fracción 16-J, se opuso valientemente al diálogo, trae a colación temas como el del Esequibo y la FANB, como antes Vente Venezuela, desde el propio 2016, insistió en el temprano y oportuno nombramiento de los magistrados del TSJ y los rectores del CNE, por no citar otras iniciativas, manteniendo en pie banderas que otros han arriado, frente a un país hambreado, reprimido y censurado. Vale decir, con una postura irrefutable de dignidad que el país les reconoce, por lo que luce irremediable – segunda conclusión – apelar a una sentencia, esta vez, popular que le confiere al caso el carácter de cosa juzgada: el que se pica, es porque ají come.