La reconversión no es una política monetaria en sí misma, ella responde a procesos inflacionarios que hacen inmanejable el efectivo en manos del público. Se aplica cuando los precios de bienes y servicios alcanzan niveles tan altos que se requiere de mucho efectivo para realizar el proceso de compra venta, lo cual hace inmanejable la economía.
En el año 2008 producto de la inflación sostenida de los precios de los bienes transables se aplicó una política de reconversión, que implicó quitarle tres dígitos al signo monetario. Para ello se estableció durante un año un manejo comunicacional para concientizar a los agestes económicos sobre el tema, y una vez puesto en circulación el nuevo cono monetario, los dos tipos de billetes y monedas circularon en el público por seis meses.
Hoy se anuncia una nueva reconversión, quitándole, una vez más, tres dígitos al signo monetario, con una política aislada, dictaminada por el ejecutivo nacional cuando bebería ser materia del BCV como garante de la estabilidad del signo monetario, pues esa es su función fundamental. Esta nueva reconversión expresa, por si sola, que la inflación no se combate eficazmente con el simple hecho de reducir tres dígitos en el signo monetario.
La reconversión debe formar parte de toda una política monetaria para atacar en forma certera el proceso inflacionario, que a su vez debe estar insertada en todo un proceso de ajustes macroeconómicos para corregir problemas estructurares de la economía circulatoria y la economía real.
Pretender implementar un nuevo cono monetario, a partir del 4 de junio del presente año, sin una política integral que ataque las variables fundamentales que provocan la híper inflación es una decisión política del madurismo que traerá graves problemas a la ya brutalmente golpeada economía venezolana.
El porcentaje de dinero en efectivo que debe existir para un sano desempeño de la actividad económica, debe estar en el orden del 12% y 13% de monedas y billetes con respecto a la masa monetaria (M1) que circula en la economía. Es este momento ese nivel de monedas y billetes ronda el 3,2%. Dada la crítica situación económica que vive el país es prácticamente imposible que en 4 meses el ejecutivo nacional pueda producir un cono monetario real que cubra el 12% de efectivo que se requerirá para el buen desempeño de la actividad comercial. Caeremos, sin duda alguna, en el adefesio de la eliminación abrupta del billete de 100 bolívares, que trajo muerte y miseria.
La circulación de monedas y billetes en una economía está estrechamente vinculada al buen manejo de los precios de bienes y servicios que se tranzan en la economía, así como a todo el sistema de cuentas empresariales y tecnología bancaria. Con el proceso inflacionario del año 2008, dejaron de funcionar las máquinas despachadoras de efectivo del Metro de Caracas pues su tecnología dejo de acoplarse al tipo de dinero que poseía el público. Hoy con el continuado y agravado proceso inflacionario, el dinero desaparece por dos razones fundamentales, una la inflación se traga, virtualmente, el efectivo circulante, pues este no alcanza físicamente para cubrir todo el inmenso arco de transacciones mercantiles que cambia de precios constantemente; segundo, la gran brecha existente entre la inflación venezolana y la inflación de los países vecinos hace atractivo el contrabando de extracción del papel moneda, lo cual agrava aún más la escasez de billetes y monedas.
Según informe del FMI la inflación acumulada del 2018 podría rondar el 13.000% con una caída del PIB del 15%, cifras insostenibles para una población que raya en la hambruna.
La enorme irresponsabilidad económica del régimen de Maduro radica en no haber hecho los ajustes necesarios y oportunos en el presupuesto de gastos y la paridad cambiaria real del signo monetario una vez consumada la caída de los precios de los hidrocarburos. Todo lo contrario abrió en chorro incontenible de gasto fiscal incontrolado, creando un agujero inmenso de brecha fiscal que se financió con dinero inorgánico. Produjo una paridad cambiaria incongruente que cambiaba cada vez que fracasaba la anterior, y remata con un dólar preferencial de 10Bs/$ para favorecer a sus acólitos corruptos.
Por otra parte, la contracción económica ha sido recurrente durante el régimen de Maduro, haciendo cada vez más improductivas las empresas en manos del Estado y un ataque bestial contra la economía privada que ha generado una caída acumulada del PIB en este periodo gubernamental que se ubica en 35% en 4 años.
La inflación galopante es provocada, fundamentalmente, por las políticas adoptadas por el BCV y PDVSA que se han convertido en las dos grandes maquinas productoras de híper inflacionarias en el país. Por una parte la industria petrolera en franca caída productiva sin poder financiar sus operaciones y compromisos comerciales. Recurre al BCV que emite títulos de deuda para financiar las operaciones de la industria petrolera, así como del resto ineficiente y corrupto aparato productivo estadal. Esta inmensa fortuna inorgánica corre al torrente circulatorio de la economía, crea un gigantesco desequilibrio entre el circulante y los escasos bienes tranzados en una economía asfixiada por la contracción, provocando un tsunami inflacionario que se transforma en híper inflación.
Por otra parte el régimen en su empeño de imponer el comunismo como modele económico, arrasó con miles de empresas productoras de bienes de consumo masivo, e impuso el bachaquerismo como nuevo mecanismo de transmisión entre oferentes y demandantes. Bachaquea el gobierno al por mayor con las bolsas CLAP y permite que un alto porcentaje de la sociedad haga lo mismo en su desespero por subsistir. Esto trae como consecuencia un incremento de los precios sustentados en la especulación que suma inflación a la híper inflación.
Para el régimen la híper inflación es un espejismo mantenido por la denominada guerra económica y el dólar today. Es decir, el imperialismo y sus lacayos apátridas.
La realidad es que el régimen anda en otra política ajena a la economía de mercado. Se empeñan en crear un modelo económico que sustituya el libre mercado por un modelo de totalitarismo económico sustentado por un estado fascista. Lo que sucede es que el estiércol donde pretenden sembrarlo no les funciona: las empresas de producción social son una cueva de ladrones e ineficientes. La industria petrolera la transformaron en una lavadora de dinero a nivel internacional, ahora PDVSA no es del pueblo es de las mafias. El poder comunal no les funcionó e imponen el carnet de la patria para bozalear al pueblo. Pretenden aplicar el petro para sustituirlo por el dólar y romper con el imperialismo mismo, etc. Es decir, la criptomoneda será el instrumento para captar divisa de los agentes económicos enchufados y el dinero del cono monetario para el pueblo de Juan bimba que no tiene acceso a las divisas. Algo parecido al peso cubano para el pueblo hambriento y el convertible cubano para el turista y empresarios.
Crearon un monstro en un guiso macabro entre capitalismo y socialismo y les salió un Frankenstein que se les torna inmanejable.
La verdad es que quebraron al país: no tienen dólares para cumplir con los compromisos de Estado, están en default financiero parcial que va hacia el definitivo, aparato productivo en el suelo, hambruna, crisis hospitalaria, delincuencia por doquier, crisis de transporte, apagones eléctricos recurrentes, falta de agua potable en fin aguda crisis económica y social, y como si fuera poco el rancho ardiendo en el seno de las fuerzas armadas.
Bajo este escenario el pueblo decente y demócrata de Venezuela no debe salir a votar en el próximo proceso electoral y convalidar a través del voto fraudulento a un estado de narcotraficantes. Implementar este paquete de hambre para después del proceso electoral evidencia lo visceral de estos cancerberos del infierno.
Econ. Nelson A. Pérez Valdivieso Miembro del Secretariado Nacional del Movimiento Progresista de Venezuela. MPV.
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@nelsonperezav