Costa Rica se encamina a una segunda vuelta presidencial del próximo domingo entre el predicador evangélico Fabricio Alvarado y el centroizquierdista Carlos Alvarado, quienes tienen visiones distintas en la mayoría de temas, lo que ha abierto una polarización política y religiosa, reseña EFE.
Un total de 3,3 millones de personas están convocadas a las urnas en una fecha atípica: Domingo de Resurrección de la Semana Santa en un país donde las ciudades lucen casi vacías y las playas abarrotadas de gente, pues para muchos es época de vacaciones.
La polarización ha sido evidente. En redes sociales es lo más notorio, pero solo basta con conversar con la gente por la calle para darse cuenta de que esta segunda vuelta ha creado una división, principalmente, por motivos religiosos.
Fabricio Alvarado se ha presentado a la ciudadanía como un hombre que viene de una familia humilde, que como buena parte de la población no ha conseguido un título universitario y no habla inglés, pero que vive bajo los principios cristianos con su esposa, Laura Moscoa, y sus dos hijas.
El predicador de 43 años, que antes ejerció un tiempo como periodista de televisión, arrasó en la primera ronda en las provincias más alejadas y en las comunidades pobres, lo que ha sido atribuido por los analistas a su mensaje contra la corrupción y la lucha contra la pobreza, pero también a la fuerte presencia de iglesias evangélicas en esos sitios.
“Él es un hombre de Dios, de familia, y no ha estado tan metido en la política y la corrupción. El Gobierno no ha cumplido lo que prometió y hay que cambiarlo”, dijo a Efe Rosa Álvarez, una vendedora de lotería que vive en un humilde barrio de San José.
Fabricio Alvarado, del evangélico conservador Partido Restauración Nacional, ha prometido derogar el decreto que permite la fecundación in vitro, no apoyar el matrimonio homosexual y transformar el Instituto Nacional de las Mujeres en un Instituto de la Familia.
Además anunció que eliminará los programas actuales de educación sexual en los centros educativos públicos porque considera que promueven “la ideología de género”.
Este lado conservador es lo que más ha polarizado la campaña, ya que su adversario, el oficialista Carlos Alvarado, del Partido Acción Ciudadana, representa la visión totalmente opuesta.
Organizaciones defensoras de derechos humanos han advertido que las elecciones pueden provocar que el rumbo del país, reconocido internacionalmente por la defensa de esos derechos, se dirija hacia el “fundamentalismo religioso”.
“En Costa Rica las mujeres votamos apenas desde 1950 y las luchas han sido lentas, todavía nos falta avanzar y esto puede significar un claro retroceso de los progresos sociales, porque hay una represión hacia las mujeres que son modelos por su independencia, sus palabras y su lucha”, afirmó a Efe la activista del colectivo feminista Somos Nuestras, Alicia Coto.
Los candidatos difieren también en asuntos económicos, pues el evangélico plantea ideas como abrir más a la competencia privada los mercados sensibles del país como la electricidad y los combustibles, mientras el oficialista plantea proteger a las instituciones estatales.
En lo que sí coinciden es en la necesidad de una reforma tributaria para paliar el déficit, aunque con matices distintos en reducción del gasto.
La polarización también se observa en cuanto a partidos, ya que el excandidato de Partido Liberación Nacional (PLN) Antonio Álvarez dio su adhesión al evangélico, mientras Rodolfo Piza, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), la dio al oficialista.
El PLN y el PUSC conformaron el bipartidismo que gobernó el país durante más de tres décadas hasta que en 2014 el PAC, con Luis Guillermo Solís, ganó las elecciones.
Las propuestas económicas y sociales han sido de alguna manera invisibilizadas por el tema religioso, a lo que se suma que el aspirante evangélico presentó el pasado miércoles un nuevo plan de Gobierno, al que llamo “2.0”, cuando ya no hay espacios de debate y en plenas vacaciones de Semana Santa.
Carlos Alvarado calificó la presentación del nuevo plan a tan poco tiempo de la segunda vuelta como una “falta de compromiso” y además acusó a su rival de plagiar párrafos en su programa de Gobierno y de plantear “restricciones a las libertades individuales”.
El próximo domingo 3,3 millones de costarricenses están convocados a las urnas para elegir al presidente que gobernará el país a partir del 8 de mayo para el periodo 2018-2022, en lugar de Luis Guillermo Solís.