“El Mozart del fútbol”, Matthias Sindelar, fue catalogado como el futbolista austriaco más grande de todos los tiempos. Sus goles, regates y velocidad, cautivaron a miles de fanáticos, incluyendo a una persona no tan allegada al fútbol, el genocida y brutal dictador del Tercer Reich, Adolf Hitler, reseñó Infobae.
El 3 de abril de 1938 marcó un antes y un después en la vida de este extraordinario jugador, al que también apodaban el “Hombre de Papel”, por su habilidad para sortear rivales. A dos meses del inicio de la Copa Mundial de Francia, el nacido checo tuvo que tomar una importante decisión.
Oriundo de Kozlov, de pequeño, él y su familia se radicaron en el barrio vienés de Favoriten y fue en esas calles donde comenzó a despuntar su pasión por la redonda. Ya afianzado en territorio austriaco, a los 15 años debutó en el primer equipo de Austria Wien conquistando distintas copas nacionales, hasta que en 1926, con 23 años, formó parte de la Selección.
El joven delantero integró un equipo envidiable: el “Wunderteam” (El “equipo maravilla”, en alemán).
Sindelar se hizo dueño de la selección cosechando importantes goleadas y triunfos históricos. En 1934 su país llegó a la semifinal del Mundial de Italia, instancia en la que cayeron por 1-0 contra la anfitriona, la cual finalmente fue campeona, en un polémico partido.
Con 1,75 metros de altura y sus 63 kilos, “Motzl” era un poeta del fútbol. Actuaba como un delantero centro, pero también se destacaba por su precisión en los pases. Su habilidad con el balón parecía ser de otra época, quizás una o dos décadas más avanzada que a la que pertenecía . “Jugaba al fútbol como ninguno.
Ponía gracia y fantasía”, aseguraba el poeta austriaco Friedrich Torberg, sobre el exquisito jugador que llegó a anotar 600 goles durante toda su carrera en Austria.
Cuatro años después, se avecinaba un nuevo mundial en Francia, sin embargo, la anexión de Austria a la Alemania nazi derribó toda la gloria que habían construido a partir del fútbol. Se disolvió la liga, expulsaron alos clubes judíos, se incautaron terrenos y desterraron a los jugadores de origen judío.
El “Wunderteam” no fue la excepción. Los grandes futbolistas que integraban aquel magnífico equipo nacional, fueron obligados a unirse a la selección alemana, teniendo en cuenta que en pocos meses iban a participar en una nueva Copa del Mundo.
Fue así como el 3 de abril de 1938 se llevó a cabo el “partido final” organizado por las autoridades nazis en el Prater Stadium de Viena, con motivo de darle la “bienvenida” a los nuevos integrantes. Sindelar fue el capitán de aquel legendario equipo austriaco que iba a disputar su último partido.
Alemania no podía perder, por más que se tratase de un encuentro amistoso. “El hombre de papel” lo sabía y por ello, durante el primer tiempo, se encargó de sortear rivales, llegar al área y desaprovechar oportunidades ante la atenta mirada de Hitler. No fue igual en la segunda mitad, él iba a desafiar al Führer por primera vez.
El equipo del Tercer Reich cayó por 2-0 y uno de los goles fue convertido por Sindelar. El resultado no molestó tanto al dictador nazi, como sí lo hizo el festejo del astro austriaco, quien se dirigió al palco y, en vez de saludarlo, celebró con una danza que terminó representando el repudio a las políticas del nuevo régimen.
Aquel también fue el último partido del vienés, el cual tuvo que continuar su vida deportiva en la clandestinidad al negarse a formar parte de la selección alemana que,dos meses más tarde, caía ante Suiza en octavos de final del Mundial de 1938. En total jugó 44 veces para su país y marcó 27 goles.
Al no ser judío, Sindelar no tuvo restricciones. A diferencia de las miles de víctimas que dejó el repulsivo gobierno del líder nazi, él podía caminar libremente por las calles.
Sin embargo, algunas de sus decisiones, como la de continuar en contacto con el ex presidente judío del Austria Viena o haber comprado un bar que los nazis le obligaron a vender a un amigo suyo judío, resultaron un tanto molestas para el dictador alemán.
Su amistad con “los enemigos” provocó que la terrorífica policía secreta oficial de Alemania (GESTAPO), creada para aplastar a todo el que se opusiera a Hitler y a su ideología, comenzara a seguirlo.
“Muerte por inhalación de monóxido de carbono”, reflejó la escueta autopsia que realizó el Instituto de Medicina Forence de la Universidad de Viena al encontrar el cadáver del ex futbolista de 35 años, entre los brazos de su novia muerta Camilla Castagnola, el 23 de enero de 1939.
Cerca de 40 mil personas despidieron al mejor futbolista austriaco de la historia, del cual, nunca se creyó fielmente en su causa de muerte, contrarrestada con el rumor sobre un posible asesinato a mano de las fuerzas nazis que nunca fue aclarado.