Grupos a favor y contra Lula salieron a la calle en todo Brasil tras entregarse

Grupos a favor y contra Lula salieron a la calle en todo Brasil tras entregarse

Foto EFE
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Grupos de partidarios y de detractores de Luiz Inácio Lula da Silva salieron a las calles este sábado en varias ciudades de Brasil en el momento en que el expresidente brasileño se entregó a la Policía para cumplir la pena de 12 años de prisión a que fue condenado por corrupción.

Las manifestaciones festejando o exigiendo la liberación del exmandatario, aunque de pequeños grupos y que no se prolongaron por mucho tiempo, pudieron ser vistas en ciudades como Brasilia, Sao Paulo, Río de Janeiro, Curitiba y Fortaleza.





Los grupos que festejaron el arresto fueron mayoritarios y más ruidosos, ya que lo hicieron haciendo tocar las bocinas de sus vehículos, con cacerolazos y lanzando fuegos de artificio.

Los pequeños grupos de manifestantes contrarios a Lula se concentraron en barrios de clase media de Brasilia pero se dispersaron rápidamente por la lluvia.

En Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, las manifestaciones se concentraron en la zona oeste, igualmente la de los barrios más elegantes, así como en Río de Janeiro, en cuya turística zona sur fueron escuchados pitos y cacerolazos.

En Curitiba, ciudad del sur de Brasil a la que el exmandatario será conducido este mismo sábado y en donde le espera una celda especial en la que cumplirá su condena, también se escucharon gritos de seguidores y detractores del exjefe de Estado en el momento en que las redes de televisión mostraron que ya estaba bajo la custodia de la Policía.

Detractores y partidarios de Lula también se encontraron frente a la sede de la Policía Federal en Sao Paulo, a donde el expresidente fue conducido inmediatamente después de su detención para los respectivos exámenes médicos.

La policía tuvo que separar los grupos tanto en Sao Paulo como en Curitiba debido a que se llegaron a registrar algunas agresiones y enfrentamientos en medio de la polarización que vive el país.

La principal movilización desde que fue ordenada la detención de Lula fue la que se concentró frente al Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, cuna política de Lula y en donde el considerado líder más carismático de Brasil estuvo atrincherado desde el jueves.

Los militantes del Partido de los Trabajadores, de grupos sindicales y de movimientos como los Sin Techo que se concentraron frente a la sede sindical llegaron a impedir que Lula fuera retirado de la edificación por la Policía.

De acuerdo con la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo, al menos seis periodistas fueron agredidos o amenazados por los simpatizantes de Lula en Sao Bernardo. Otros tres casos de agresión a los comunicadores fueron registrados el viernes y un cuarto en la mañana de este sábado dentro del propio sindicato.

Sin embargo, el número de manifestantes en Sao Bernardo nunca fue tan elevado en ninguno de los tres días como esperaba el PT, como tampoco se registraron grandes movilizaciones en las demás ciudades en las que fueron convocadas protestas contra la detención de Lula.

Tras casi 48 horas acuartelado en el sindicato en el que inició su carrera política y 26 desde que concluyó el plazo que le había dado la Justicia para entregarse, el actual líder de todos los sondeos de intención de voto para las elecciones presidenciales de octubre tuvo dificultades para eludir a los miles de militantes que querían impedir su salida de la edificación.

El exmandatario finalmente salió a pie ante la imposibilidad de hacerlo en un vehículo y tuvo que hacer un recorrido de cerca de 100 metros, rodeado por policías y miembros de su propio equipo de seguridad, hasta un vehículo de la Policía Federal que le esperaba en las inmediaciones.

El juez Sergio Moro, responsable por el caso del gigantesco escándalo de corrupción en Petrobras, emitió la orden de detención el pasado jueves, un día después de que la Corte Suprema le negara el “habeas corpus” solicitado por Lula para atrasar su prisión.

Esta es la primera vez en la historia de Brasil en que un presidente es encarcelado por un delito común, pues otros han sido apresados pero por motivos políticos. EFE