Si son 3 granjas de minería, a 9.000 máquinas por cada una, suman 27 mil máquinas. Si cada maquinita cuesta, en promedio, 5 mil dólares, estamos hablamos de una inversión de 135 millones de dólares. Si el negocio se echó a andar con 25 empresarios, en teoría la inversión de cada uno es de 5 millones 400 mil dólares. Me pregunto: ¿hablamos de un negocio rentable para el Zulia o es sólo para un grupito de enchufados?
Se trata de Criptolago, la nueva “obra maestra” que impulsa el gobernador Omar Prieto. La hizo pública la semana pasada desde el auditorio del mismísimo Banco Central de Venezuela y con el aval de la Presidencia de la República. Se trata de tres granjas de minería de criptomonedas, que luego pueden ser cambiadas en dólares, euros o cualquier otra moneda, ubicadas en Maracaibo, San Francisco y Cabimas.
Prieto fue mucho más lo que calló que lo que dijo. Se aprovechó de que es un tema complejo para pasar por alto detalles muy importantes para el día a día de los zulianos. Quedaron muchas dudas en el aire, muchas interrogantes sin respuestas. Simplifiquémoslas y vamos por parte.
La minería de criptomonedas reclama un elevado consumo de electricidad. Las máquinas necesitan un ambiente frío para funcionar. En los países donde se ha desarrollado este negocio se hacen acuerdos previos con las empresas eléctricas a fin de modificar las cargas y costos para no afectar a la población. Entonces, ¿cómo es que en el Zulia se impulsan estas granjas como política de estado cuando a la población se le somete hasta a tres racionamientos diarios, de tres o cuatro horas cada uno, y constantes bajones de voltaje? Esto es, de entrada, cuando menos una grosería.
El gobernador aseguró que cada granja contaría con 1.500 KW autónomos para su funcionamiento. Cada una tendría su propia generación, pero ¿por qué para impulsar este club privado se vistió de mago y consiguió una solución, y para recuperar la generación termoeléctrica de la región, que tiene las plantas instaladas pero sin funcionar, no hay señales de vida? ¿Será que los millones de dólares que le producirán estas maquinitas a particulares, que en nada contribuirán con el estado, son más importantes que nosotros, los ciudadanos? ¿Por qué Omar Prieto no se ocupa de resolver con los alcaldes el tema de la basura que abarca aceras y calles y genera un mosquero que redunda en enfermedades, en vez de ocuparse en solucionarle el negocio a un grupito de 25 empresarios? ¿Por qué el gobernador del Zulia no se dedica, con el alcalde de Maracaibo, a arreglar todos los semáforos de la ciudad que están dañados? ¿Por qué no se dedica a resolver el problema del transporte público para que la gente pueda llegar a sus trabajos? ¿De cuántos policías dispondrá Prieto para custodiar estas granjas, o es que una inversión de esta magnitud la dejarán a resguardo del Espíritu Santo?
Definitivamente, con los chavistas es imposible perder la capacidad de asombro. Son la personificación de la célebre frase popular que reza que siempre se puede estar peor. En el Zulia ya no guardan las formas, por el contrario, cada día se burlan más de la gente; cada día el descaro es mayor, cada día la bofetada a los zulianos es más fuerte. Y ellos, como si nada. Y nosotros, sumidos en la inercia y la desesperanza colectiva.
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