A pesar de ser mayoría entre los venezolanos, no la tiene fácil la oposición frente a las presuntas “elecciones” del mes que viene.
Para comenzar, sus fuerzas están divididas en este momento. Diversos motivos, que no voy a entrar a analizar en profundidad ahora, la han partido en dos toletes, de los cuales el más grande se muestra hoy reacio a participar en la convocatoria del tramposo CNE del régimen. Sus razones son valederas, sin duda, aunque su debilidad es haber adoptado una actitud omisiva, lo que nunca arroja frutos en la política y en cualquier actividad.
Pero su argumentación para no ser comparsa de la tramoya electoral del régimen de Maduro es impecable. Nadie en su sano juicio cree en la imparcialidad, decencia y pulcritud del “árbitro” electoral madurista. Nadie, insisto, ni siquiera los participacionistas opositores, quienes sólo apuestan al milagro de una avalancha de votos a su favor como única manera de “evitar” el fraude.
Lamentablemente para ellos, esa avalancha luce difícil ahora, mientras no convenzan a la mayoría opositora que no parece dispuesta a votar por evidentes razones. Pero, además, tienen en contra nada menos que la ausencia de casi cuatro millones de opositores que han abandonado el país en busca de lo que les niega aquí el chavomadurismo. Y no hay manera de contar con esos votos, si acaso los convencieran, ya que el CNE se niega a abrir el registro de electores en el extranjero, como está obligado a hacerlo, justamente porque al régimen no le conviene.
Si esto pareciera ser así, entonces se anula también el argumento de que “si todos votamos, gana Falcón”, o la falsedad de que este sólo perdería por culpa de quienes no voten. Así las cosas, la opción participacionista no parece viable, al menos en este momento. Y aunque todos sabemos que la política es muy dinámica, el tiempo es muy corto de aquí al 20 de mayo para cambiar las cosas, si es que se producen esas “elecciones”.
Por lo demás, la oposición participacionista tiene otra grave dificultad para atraer a la mayoría opositora negada a votar: el haber adoptado una posición unilateral en contra de la mayoría de la MUD y sectores de la sociedad civil, que anunciaron antes que no participarían, lo que rompe la unidad entre quienes adversamos al régimen. Y eso no es poca cosa, sumada a la debilidad de los grupos partidarios que apoyan su candidatura –a la que no voy a entrar a calificar, como tampoco a sus adherentes–, donde, por ejemplo, existe una fracción de mi partido Copei, y no su totalidad.
En abono de su tesis los participacionistas alegan que en 2015 la oposición ganó las elecciones de la Asamblea Nacional con el actual CNE y sus condiciones. Se trata de una media verdad, porque ciertamente ganó –ojo: en unidad total, no hay que olvidarlo tampoco, y ese no es el caso actual–, pero por un descuido del régimen y su CNE, quienes desde entonces se propusieron no volver a incurrir en aquel error y lo han demostrado con creces hasta el día de hoy.
Si alguien lo duda, allí está el recuerdo de las recientes elecciones de gobernadores, a las que también concurrió unida la oposición, y aún así “perdió” la mayoría de los estados, incluido Lara (cuyo gobernador derrotado es ahora el candidato participacionista), y las de alcaldes, donde sólo hubo participación de algunos sectores opositores. Tampoco debe olvidarse, por ejemplo, el fraude desvergonzado que se le hizo al candidato a gobernador de Bolívar, Andrés Velásquez, hecho que también se repitió en otras entidades, pero cuyos candidatos no tuvieron las gónadas para denunciarlo con pruebas ante el inefable CNE actual.
Y todo ello para no hablar de la “elección” de la constituyente madurista, parapeto con el que ahora justifican todas sus tropelías inconstitucionales e ilegales, incluyendo la convocatoria del 20 de mayo. No hablemos tampoco del desconocimiento sistemático que el régimen le ha hecho a la Asamblea Nacional como representación legítima de las dos terceras partes de los venezolanos. ¿O faltarán otros ejemplos para convencer a alguien de la vileza del madurismo y su organismo electoral?
¿Si todas estas canalladas las hicieron tratándose de la Asamblea Nacional, gobernadores y alcaldes, no cree usted, amigo lector, que con más razón lo harán cuando lo que está en juego es el “premio mayor”, es decir, la presidencia de la república?
En todo caso, no niego que tienen razón quienes reclaman una posición más proactiva por parte de la oposición que ha decidido no participar y, por lo visto, pareciera quedarse hasta ahora de brazos cruzados. Sobre este punto tratará mi columna de la semana próxima, si Dios quiere.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez