Lo normal en una economía sería que el ciudadano, necesitado de dinero en efectivo, acuda a cualquier cajero automático a retirarlo en la cantidad que la institución bancaria establezca para estos casos. Y si su requerimiento es mayor a ese límite, entonces la opción sería pasar por la taquilla a solicitarla donde se la pagarían sin objeción.
Por Luis Bravo | Panorama.com
Pero la realidad del venezolano está muy distante de ese “deber ser” cuando requiere papel moneda para usar en sus gastos diarios ordinarios como pagar el pasaje para ir al trabajo y a la escuela, o algo tan cotidiano como comprar un café en el quiosco.
El problema viene en ascenso vertiginoso y cada día es más complicado hacerse del dinero “constante y sonante”. Las mafias están haciendo su agosto convirtiendo a Venezuela en el único país del mundo donde se compra el dinero, práctica que surge como única opción en los últimos días.
Lo que en principio fue un rumor originario de las poblaciones fronterizas de la Guajira venezolana y Maicao (Colombia) se convirtió en realidad y llegó a Maracaibo y al resto del país con brutal fuerza.
Ventas de efectivo al 185% o más…
Los primeros indicios de esta práctica hablaban de un 20%, cifra que fue aumentando a medida que se iba escaseando el circulante.
Hoy día es tal el descaro de los comerciantes del dinero que llegan a cobrar hasta el 185%. Carmen Bracho se quedó fría cuando, agobiada por severa escasez, decidió ir a comprarlo en el mercado Las Pulgas, sin conocer todavía el precio ni el modus operandi.
“Llegué a una casa de empeños y solicité 200.000 bolívares. Me indicaron que el monto mínimo era un millón de bolívares. Me sorprendió la cifra, pero acepté, pero cuando me señalaron que la tasa de interés para poder comprarlo era de 180%, opté por seguir en mi calvario”, expresó.
A Bracho le iban a pasar la tarjeta por 2 millones 800 mil bolívares e iba a recibir solamente un millón en billetes.
A pesar de esta escandalosa operación completamente a pérdida, Bracho todavía estaba dispuesta a comprar pues era mayor su desesperación. Lo que la frenó fue que el dinero no se lo entregarían de inmediato. “Luego de pasar mi tarjeta por el punto tenían que llamar al ‘banquero’, sujeto que llevaría el dinero en un tiempo no especificado. Eso me dio desconfianza y abandoné el sitio”, aseveró.
Otros sí lo han pagado, como lo hizo Rafael Chacín. “Por mi trabajo me movilizo en taxi y me cobran en efectivo. Cada día pago hasta cinco millones de bolívares en puro interés por comprar efectivo”, afirmó.
En Maracaibo, las limitaciones para conseguir billetes pasaron de horrible pesadilla a cruel realidad.
Algunos la comparan con una película de ciencia ficción donde, conseguir un tesoro, es la trama central. Quienes la han vivido con toda su crudeza se sienten protagonistas de un filme con alto contenido de suspenso y acción.
No es para menos. Algunos testimonios dan fe de que están a punto dejar el trabajo porque no consiguen el efectivo para pagar el pasaje en por puesto o buseta como señala Maribel Ferrer quien, a pesar de trabajar en una institución bancaria, que maneja efectivo, debe hacer malabares para proveerse del papel moneda.
“Todos los días vivo la angustia de pensar cómo voy a hacer para conseguir el pasaje del día siguiente. Antes lo obtenía en el banco donde trabajo, luego, hasta hace pocas semanas cualquier vecino, familiar o amigo me facilitaba el efectivo y le podía pagar con transferencia, pero eso se acabó. Ahora nadie tiene. Mis hijas van a clase en transporte privado y resuelven, pero yo sí lo necesito en forma imprescindible”, cuenta la empleada.
“Comprarlo me sale muy caro dado que mis ingresos no dan para eso. Estoy pensando renunciar y dedicarme a otra actividad pues cada día se hace más complicado ir al trabajo”, subrayó.
Retirar en el banco. Insuficiente y calamitoso
Mireya Sandoval, trabajadora de un salón de belleza, no recibe hoy día ni un céntimo en efectivo por cortarle el cabello a sus clientes como le sucedía meses atrás. Ahora debe comprarlo o, en el peor de los casos, ir al banco a hacer un retiro, diligencia que le ha costado más dolores de cabeza que pagarle a los mafiosos por el circulante.
“Peor que comprar dinero me resultó ir al banco a hacer un retiro. Me fui por la mañanita a hacer mi cola pensando que resolvería temprano y me regresaría al trabajo. Pues resulta que era mediodía y yo estaba en la cola esperando mi turno que, según mi cálculo, me tocaría después de las 2:00 pm. Me enteré que el banco solo estaba pagando 10.000 bolívares ese día, me pareció demasiado tiempo y resolví volver más temprano al día siguiente”, relató Mireya.
“Al otro día madrugué –continúa— y al fin, como a las 10 de la mañana me llegó el turno, pero fue una espera amarga porque solo estaban pagando los mismos 10 mil bolívares. Total, perdí casi dos días de trabajo para conseguir una cantidad que a duras penas me alcanzó para pagar pasaje de ida y vuelta al banco”, se lamentó.
Los cajeros automáticos siguen restringidos y solo despachan 10 mil bolívares diarios por cliente. “Es humillante hacer una cola de varias horas para sacar un efectivo que debes gastar en el pasaje. ¿Qué es esto?”, se lamentaba Ivette Dávila.
Precios cambiantes según la forma de pago
La crisis está llegando a límites absurdos y hasta ha establecido dos líneas de precios paralelas en el mercado de consumo: una determinada por el pago electrónico y otra con el efectivo.
Por supuesto que pagar con tarjeta electrónica duplica el precio. Si se posee el efectivo se pueden comprar toda clase de artículos hasta por un 50% por debajo del precio que se paga con plástico o transferencia, todo lo cual ha impuesto una serie de distorsiones que ya se perciben como algo normal a la hora de ir al mercado, sobre todo, de alimentos.
Un cartón de huevos, un kilo de carne y un kilo de queso puede comprarse en 4 millones 300 mil bolívares con pago electrónico, mientras que con efectivo se pagarían 2 millones 150 mil bolívares. El único problema con la última opción es conseguir esa cantidad de dinero en efectivo.
Estas distorsiones que viene tolerando el ciudadano común siguen causando desconcierto e indignación.
Gasolineras redondean hacia arriba o no dan ‘vuelto’
Ramiro Álvarez gasta normalmente 230 bolívares en combustible, pero por la crisis de efectivo y la forma selectiva como se están despreciando los billetes de baja denominación, nunca recibe el cambio cuando paga con tres billetes de 100. “No me devuelven el cambio que puedo necesitar para la próxima vez. El bombero redondea hacia arriba y se queda con los 300”.
“Otro caso ocurre si le pago con algunos billetes de 50, normalmente no los aceptan, no ocurre en todas las estaciones pero la práctica se va haciendo norma”, explica.
Billetes ‘voladores’
El espectáculo que presencian cientos de pasajeros del transporte público es otra mancha en la realidad cotidiana. Desde las ventanas de buses y carritos por puesto, algunos conductores lanzan al vuelo manojos de billetes de 20, de 50 y hasta de 100 bolívares por considerar que no valen nada.
“Saliendo de mi casa encontré con el espectáculo de un grupo de personas corriendo detrás de una buseta, recogiendo billetes de 100 y de 50 bolívares que el chofer había lanzado, decían dos pasajeros que se habían bajado, que el conductor no aceptaba billetes de 50 y botó todos los que le dieron algunos pasajeros. Y que botaba los de 100 porque tampoco los va a aceptar, que prefiere los de 500”, dijo Ana Méndez.