Jesús Peñalver: Nicaragua, reedición de una tragedia

Jesús Peñalver: Nicaragua, reedición de una tragedia

 

 

Jesús Peñalver  @jpenalver
Jesús Peñalver @jpenalver

“Mi columna vertebral, que no se ha doblado nunca, sino ante la máquina de escribir”. Andrés Eloy Blanco (7-12-45)





 

Hemos visto como en el país centroamericano, el presunto nico incestuoso ha arremetido ferozmente contra los manifestantes pacíficos que se oponen a sus políticas hambreadoras y restrictivas, y nos revuelve la conciencia, nos asaltan la memoria los recuerdos recientes –tan solo del años pasado- cuando la barbarie madurista no dudó en hacer lo mismo, hasta entonces en mayor cuantía. Me refiero a muertos y heridos. Mejor dicho, asesinados.

Porque uno no muere en dictadura ni en ninguna otra satrapía de similar calaña: nos matan, asesinan, acaban criminal e impunemente con nuestras vidas. Otra vez aquí mando al carajo los eufemismos y los giros lingüísticos de los regímenes de horror que pretenden maquillar la realidad, si no ocultarla.

En tiempos de “robolución boliburguesa”, de eslóganes o consignas mortuorias y de sumisa devoción al proyecto político del pretensioso líder a escala universal, prevalido de una chequera petrodolarizada que gusta a tantos chulos y gorrones, como la Nicaragua de Ortega, vale la pena observar algunas situaciones de allá y de acá.

Porque allí se inscribe Daniel Ortega, el siniestro que hoy asesina en Nicaragua, donde no mana agua sino las balas de su régimen. ¿O acaso es mentira que el periodista Ángel Gahona fue asesinado este sábado en la ciudad de Bluefields, Nicaragua, mientras transmitía en vivo por Facebook Live? Solo por citar uno de sus tantos crímenes.

Comparar al muerto Chávez con Maduro o con el mismo criminal que hoy acaba con la nación nica, para exculpar de algún modo al difunto, es una barrabasada, otra torpeza. Y eso es lo que hace a diario todo el aparato noticioso del gobierno, mientras en el grosero y pernicioso silencio de los medios privados también está la impronta del difunto.

En Nicaragua hoy permanecen cerrados medios de comunicación, impedidos así de informar la veracidad de los hechos. Y a nosotros, en Venezuela, solo nos llegan las noticias de esos “portentos de la comunicación veraz” que son Telesur y VTV. Cierran medios, callan a balazos.

Estamos bajo la pesadilla continuada de otro mentiroso, que repitiendo las sandeces del difunto, viéndole a cada gato una pata quinta y haciendo alarde, no solo de sus tropiezos idiomáticos, sino también de su propia ignorancia, nos confirma que estamos en una clara y alarmante constatación de que vivimos en un desolado infierno bolivariano.

Nuestra solidaridad absoluta con el pueblo nicaragüense, con la Iglesia Católica que ha sabido apoyar con valentía a los manifestantes, con la democracia. Al tiempo que repudiamos a la Murillo y su par incestuoso, quienes arrastran un Rosario de culpas, crímenes y responsabilidades.

Con firmeza rechazamos y condenamos la desgracia que viven allá, como aquí al plan continuista y perverso, contenido en esa pesadilla diecinueveañera, coloreada de un rojo alarmante que nunca ha debido sufrir Venezuela.

A cada drama, cada tragedia, cada desconcierto, la barbarie roja pone una etiqueta, pretendiendo siempre culpar a otro de sus fracasos. Nuestras vidas hoy son, como nunca, un teatro cierto de nuestras propias angustias. La tragedia no es sólo griega.

Pero aun así, vale la pena esperanzarse porque al río se le puede quitar la mierda que lo colma, pero a las mentes malsanas del chavismo, en todas sus formas,  no, porque hasta allá no llega el agua ni el jabón.

 

Jesús Peñalver