Poderoso título del nuevo libro de Manuel Felipe Sierra, periodista y agudo intelectual de fina y delicada letra. Es una compilación de relatos y entrevistas con personajes de poder, muy pocas páginas que al mejor estilo de Weber tienen mucho sentido de transcendencia, no sólo por el acto mismo sino por el contexto histórico en el que los ubica. Comienza con Fidel Castro haciendo referencia cómo la muerte de Kennedy acabó con la posibilidad de terminar el aislamiento. Luego relata una anécdota de Felipe González, enmarca la acción política por convicciones, cuando pierde en asamblea del PSOE su propuesta de no marxista, declinó también la jefatura del mismo “…cada quien debía tirar su tren…”, cuando MF le preguntó las similitudes entre AD y el PSOE, FG explicó: que en Europa las posiciones políticas están claramente definidas, mientras que el Latinoamérica los partidos fueron tomados por el populismo y el nacionalismo. Una gran realidad.
Narra una tarde Julio de 1980 con Saddam Hussein, político a quien describió como pragmático y enérgico, que durante la conversación minimizó el poder de los Chiitas y la revolución espiritual de Jomeini, contrastando hechos que evidenciaban vientos de guerra que efectivamente estalla en septiembre de ese mismo año. No podía MF ir a la “Casa del Pueblo”, sin hacer alusión a la Plaza Tiananmén que construida como el símbolo de la “Nueva China”, con la Presidencia de Li Peng fue escenario en 1989 de una masacre estudiantil al mejor estilo del viejo comunismo de Mao Zodong, que se pretendía superar. Recordó la injusta prisión de Ali Lameda, militante del partido comunista venezolano, invitado por el régimen norcoreano para la publicación de un manuscrito “Corazón de Venezuela”, fue preso acusado de traición por el contenido, logró después de muchos años su libertad, pero nunca sus escritos.
Plantea que la patología fascista no murió con Hitler y Mussolini que su herencia ha quedado en las sociedades modernas. Con un espíritu reflexivo MF se refiere a la sociedad civil en términos de Bobbio como el espacio de los conflictos, económicos, sociales… establece que su surgimiento tiene mucho que ver con el fracaso de los partidos políticos por mantener estructuras estalinistas cerradas. Además de una influencia de lo que él llama video-democracia, la banalización de los debates electorales, sobreestimación de las encuestas, el deterioro de contraposiciones ideológicas, lo cual ha hecho que las organizaciones civiles intermedias tengan protagonismo inédito.
En el espíritu de los tiempos resalta que los cambios importantes que ha sufrido la humanidad en los últimos años se debe a rostros anónimos a esos intermediarios, ya no son Clausewitz o Maquiavelo se trata de Lech Walesa o Václav Havel, yo diría de Mandela, Luther King… apertura de derechos no para el control de la sociedad sino para su crecimiento en paz. Es un libro para la reflexión que nos invita a quedarnos en el pasado de los controles sociales o avanzar en la dinámica ágil de la diversidad, pluralismo, participación, inclusión…
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