Cuando un País está haciendo aguas en todos los aspectos de la vida nacional y esas fallas, descomposiciones, carencias, conflictos y contradicciones, hacen metástasis en todo el cuerpo de la vida nacional, porque quienes solicitan medicinas para preservar la salud no encuentran, quienes necesitan alimentos para subsistir no los consiguen, quienes requieren de insumos y repuestos para mantener el vehículo con el que trabajan para mantener su familia los obtienen a precios inalcanzables, los que requieren bolívares para enviar los niños al colegio o para las actividades cotidianas no los hayan ni para remedio, quienes necesitan viajar de un estado a otro están aterrorizados, porque las carreteras del País las han convertido en guillotinas a mano del hampa desbordada y desplegada en toda la geografía nacional y los que pretenden vivir de un salario colapsaron, porque los precios de los productos, bienes y servicios aumentan descomunalmente todos los días del mundo, entonces tenemos que concluir diciendo, que la destrucción total de Venezuela transita los senderos de su fase final.
Es doloroso que la situación que padecemos los venezolanos haya llegado a esta etapa tan crítica y más doloroso aún, que quienes son los responsables directos de todos estos males y de la profundización de la crisis, se empeñen en seguir al frente de la nación, a sabiendas que cada día que pasa los males se agudizarán, porque la más importante fuente de ingresos y de divisas de la República, PDVSA, no ha escapado al proceso de destrucción nacional y porque su deslegitimado régimen, está aislado y rechazado por toda la comunidad internacional, que ha ido rompiendo relaciones tanto diplomáticas como comerciales con ellos y los pocos aliados ideológicos como Rusia y China, que son los únicos que podían seguirlos auxiliando, no sacrificarán a sus habitantes, para financiar la permanencia en el poder de esta casta corrupta, que se encuentra en cuenta regresiva, luego que la Fiscal General de la República legítima, el Tribunal Supremo de Justicia legítimo y la soberana Asamblea Nacional electa por el pueblo, articuladamente y apegado a los preceptos constitucionales, han determinado el enjuiciamiento y la separación del cargo de Nicolás Maduro, como Presidente de la república.
Aunque parezca iluso, por la reincidente y reiterada conducta autoritaria y la adicción al poder de Maduro y el chavismo, el cerco al que está sometida la tiranía venezolana y la realidad que los ahoga, luce como una última y estelar oportunidad, para que por primera piensen en Venezuela y en los 30 millones de compatriotas, que somos los destinatarios directos del fracaso de su anacrónico modelo. Que mediten con su yo interno y acaten el dictamen que los obliga a separase del poder, porque esa sentencia además de estar respaldada por la gran mayoría de los venezolanos, es un paso que permitirá conformar un gobierno de transición, que tendrá la responsabilidad de crear las condiciones necesarias e indispensables, para en corto plazo ir a unas elecciones libres y transparentes, que nos dé un gobierno serio y capacitado, para enfrentar con éxito la restauración política, institucional, económica y social de este depauperado País, de lo contrario la presión interna y externa los hará dimitir del poder.
“Quienes defienden el derecho a la vida de asesinos, avalan la pena de muerte de ciudadanos inocentes” PSB.
Por Pedro Segundo Blanco, ex parlamentario del estado Sucre
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