Víctor Jiménez Ures: Coherencia política, un valor perdido

Víctor Jiménez Ures: Coherencia política, un valor perdido

Víctor Jiménez Ures
Víctor Jiménez Ures

Mucho hablamos de cambiar a Venezuela, incidiendo materialmente en las realidades de la gente; pero poco o nada hacemos por cambiarnos a nosotros mismos, modificando nuestros usos y costumbres. La verdadera lucha comienza en casa, es interna y casi espiritual. Nadie da lo que no tiene, ni puede exigir en otros lo que es incapaz de dar. Dichas máximas filosóficas, nunca fueron más oportunas y atinentes a la política venezolana, muy especialmente a los partidos de la coalición opositora al régimen.

Hace pocas horas Cristina Cifuentes, ex-presidenta de la Comunidad de Madrid, renunció a su cargo, y aunque ella aseguró que tenía pensado hacerlo, todo el tema surgió a raíz de que se hiciere público un vídeo de seguridad en que era retenida por robarse dos cremas en un supermercado, y ojo que la política española nunca ha sido considerada la más límpida y honesta, eso hay que dejarlo bastante claro. En cualquier caso, de forma casi automática (y justificada) los pensamientos de la mayoría se dirigen a personajes como Diosdado Cabello, Tarek El Aisami y Nicolás Maduro, entre otros muchos. Sucede que, ciertamente, los presuntos delitos cometidos por éstos hacen palidecer a casi cualquier otra irregularidad, lo cual, de todas formas, no se convierte en un justificativo o cheque en blanco para los políticos de la MUD.

Ya lo hemos dicho antes: en los pequeños detalles están las grandes diferencias. Incluso es bíblico, lo dice el Evangelio de San Lucas 16:10 “El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho.” ¿Cómo pedirle a la gente de a pie que confíe en los partidos de la MUD, si a diario dan muestras de absurdas incoherencias que rallan en lo ofensivo?





Un hito que debe reconocérsele al fallecido ex-presidente Hugo Chávez, que en paz descanse, es que fue el único en reconocer públicamente su responsabilidad ante el golpe de Estado, y eso, mis estimados lectores, fue justamente lo que enamoró a buena parte de la población ¡Alguien asumiendo sus culpas! En cualquier parte del orbe occidental, donde se tenga un sano concepto del “honor”, la asunción de las responsabilidades propias es algo normal, acá en Venezuela era una rareza (y todavía lo es).

Es así como llegamos a las polémicas elecciones presidenciales entre Falcón y Maduro, respecto a las cuales se han derramado ríos y ríos de tinta. Mucho se ha dicho de esas elecciones, analizando los pro y los contra de participar, justo por ello no abordaremos ese tema, más sin embargo, sí que señalaremos conductas puntuales por parte de los partidos de la MUD, que bien valen cada palmo de desconfianza que el pueblo les tiene.

1- Durante las elecciones municipales, algunos partidos prohibieron a sus activistas participar de manera directa e indirecta, bajo pena de autoexclusión (a falta de reglamentos con los cuales aplicar la expulsión). No obstante, algunos activistas se hicieron jefes de campaña, y otros lanzaron sus candidaturas abiertamente, incluso, llegando a usar los colores de sus partidos. Además, recibieron el apoyo tácito de estructuras Regionales enteras.

2- Los partidos, en lugar de sancionar a quienes desobedecieron sus líneas, hicieron silencio cómplice ante la situación.

3- Hoy la mayoría de los partidos de la MUD se dedican, públicamente, a despotricar en contra de Avanzada Progresista y cualquiera que apoye la participación en las elecciones presidenciales; sin embargo, bajo la mesa, incluso han llegado al cinismo de plantear incorporaciones de Alcaldes y Alcaldesas que justamente obtuvieron sus investiduras en el marco de la ilegítima ANC, en esas elecciones que con tanta firmeza rechazaron.

4- Muchos de los que desobedecieron abiertamente la línea partidista, hoy son recibidos en las sedes nacionales, con bombos y platillos.

Todo aquello, sin dudas, desanima al más entusiasta de los activistas, en tanto que el quiebre de la institucionalidad y el orden garantista les deja, como mínimo, con un amargo sabor de boca, al descubrir que están arriesgando sus vidas para sustituir a unos corruptos rojos, por otros de color anaranjado, amarillo, blanco o verde. Pareciera pues, que al igual que en las esferas de la dictadura, la justicia es un concepto borrascoso que alcanza solo a quienes no tienen suficientes recursos económicos o amigos dentro del partido.

Así las cosas, rompemos lanzas a favor de la gente de Henry Falcón, no por su postura Per Se, sino por mantenerse fiel su doctrina electoralista, que siendo equivocada o no, es frontal, y eso, tristemente, al menos en este país, ya es mucho pedir. Prohibir participar en elecciones, omitir las violaciones a las líneas partidistas y aparte premiar a quienes las transgreden, es casi tan grave como tratar de capitalizar políticamente el hambre de la gente, o utilizar el erario público para alimentar el clientelismo.

Víctor Jiménez Ures.