Ambos son hechura Cubana. Hechuras dictatoriales. Diseño de los Castros, a quienes se les debe reconocer su afán persistente y su triunfo en dos países, cuyas riquezas han esquilmado por todos los medios posibles. Hoy Venezuela y Colombia transitan por rutas que son hechuras milimétricas del Castro-comunismo.
Coincidencias Cubanas danzan por los dos países, dos Petros, uno real y otro ficticio, pero con igual poder destructivo, bombas incendiarias, como las que vinieron de la Habana, para destruir el palacio de Justicia Colombiano, acción que dejó un saldo de 98 muertos. Las mismas municiones que el año pasado asesinaron estudiantes y jóvenes en las calles de Caracas. Bombas de igual calibre, calibre contra el pueblo de países hermanos.
El Petro real es Colombiano y aspira ser Presidente. El Petro ficticio es una falsa moneda para estafar y cazar incautos implementada por la dictadura Venezolana, para subsistir ante el desastre que han creado en la que fue una de las economías más poderosa de América Latina.
El Petro Venezolano, es un nuevo arponazo a la yugular de la economía. El candidato Colombiano es un criminal confeso, que asesinó inocentes en su pasado guerrillero. En el Cauca quemó vivos un grupo de policías.
Los dos Petros pisotean la Constitución como les da la gana. Moneda falsa que violenta los preceptos de la Carta Magna. Es una ilegal emisión de deuda pública, que fue rechazada por la Asamblea Nacional de la cual requiere su aprobación. Candidato el otro, a pesar de sentencias en su contra y acusaciones comprobadas de crímenes de Lesa Humanidad, que lo inhabilitan, según el texto Colombiano, para ejercer cargos públicos.
Los Petros reciben acusaciones diarias de falsear la realidad. El Venezolano pretende su respaldo por una empresa (PDVSA) que la dictadura quebró y ya gran parte de sus activos comienzan a ser embargados. El candidato que dejo familias huérfanas en su pasado terrorista, es querellado en los tribunales de toda Colombia y debe enfrentar en la calle gente enardecida a las cuáles les robo su futuro.
En Venezuela la criptomoneda es el último pote de humo para tapar la mayor inflación del mundo, los salarios más bajos de la región y la escasez infernal de alimentos y medicinas. La envoltura del Colombiano tiene que ver con ponerle la mano a la economía del país, acabar con las empresas y por ende con los empleos para que los cubanos implementen los CLAP, para enhuesar al pueblo, que debería mirar el espejo cercano. No convertirse en petropendejos.
Quien invierta en Petros perderá su dinero y su inversión. Quien vote por Petro perderá todo: la libertad, el trabajo, la educación. La economía será dirigida por los “próceres Cubanos”, que rematarán a Colombia a precio de gallina flaca, como ya lo hicieron con Venezuela.
Esta falsa moneda es una forma subrepticia de eludir las sanciones, que el Colombiano provocará en su primer año en el supuesto negado de triunfar en las elecciones presidenciales, que serán suficientes para arruinar a todos los sectores sociales del hermano País. Petromaduro destruyó la unidad de las familias, la educación. Sus expropiaciones significan el retroceso del siglo. Es un populismo cléptomano, que hoy anda desenfrenado por las calles y redes colombianas.
La única diferencia es que el petro Venezolano es una ficción para estafar de un régimen en default, pero que está en plena ejecución. El Petro Colombiano, como experto populista, anda sembrando mentiras que incluyen la negación de su pasado terrorista y asesino. Están a tiempo de frenarlo. Si tienen dudas pregúntenle a cualquier refugiado Venezolano: Seguro que le dirán con Vera Farmiga: “nunca quiero estar así de cerca del infierno”.