Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Ciudad Bolívar, Coro, San Cristóbal, Mérida, Cumaná, Cabimas, La Guaira, Acarigua, Barinas y prácticamente todas las ciudades y pueblos de Venezuela, son el centro de atención, inconformidades, manifestaciones y protestas durante todos estos meses del año 2018, esas reacciones que sin ninguna direccionalidad política se están escenificando, son el producto de la inmensa crisis social que azota a toda la población y se hacen cada día se más intensas, porque los males que venimos padeciendo durante los últimos años, son el resultado directo de la falta de lo indispensable para la vida como alimentos, medicinas y transporte y esta grave realidad, se ha visto potenciada y agravada en los últimos días, gracias al sostenido deterioro de los servicios básicos fundamentales para la vida, que se hacen presentes, en las constantes fallas en el sistema eléctrico nacional y la falta de agua potable, que son necesidades que en la medida que se hacen inalcanzables para la gente, producen reacciones explosivas, que pueden poner fin a un gobierno, que aunque siga denunciando sabotajes y buscando culpables por todas partes, el sentido común de los afectados, terminará por culpar a quienes tienen la responsabilidad directa de prestar esos servicios públicos.
El subconsciente del venezolano, aún el de los más fanáticos de este fracasado proceso dizque revolucionario, lo está llevando poco a poco a enfrentar su propia realidad, lo está colocando en la disyuntiva de optar entre seguir tapando el sol con un dedo o asumir que es la vida de él y su familia o la de un régimen que no está interesado ni tiene la capacidad para resolver los problemas que lo están afectando y frente a ese cuadro, ese ciudadano común, observa que Maduro y el régimen lejos de aplicar políticas de estado para solucionar la crisis, o por lo menos proponerlas, o mostrar interés para instrumentar un plan de emergencia, lo que hace es presentar un país que no existe, unas bondades “revolucionarias” que sólo están en la cadena de medios públicos que le hacen propaganda, porque su único objetivo es aferrarse al poder, incluso a costa de la muerte de sus compatriotas y todo su tiempo y esfuerzo están dirigidos a hacer campaña para unas elecciones fraudulentas e ilegítimas, que en el terreno interno sólo reconocen ellos y quienes les sirven de cómplices y en el plano internacional, los regímenes ideológicamente afines, que usan farsas similares para perpetuarse en el poder, como Rusia, Cuba, China, Siria, etc., porque la casi totalidad de la comunidad internacional, ya anunció su total desconocimiento.
En Venezuela, donde por lo menos el 80% de la población está en desacuerdo con el régimen de Maduro, no habrá grandes marchas ni concentraciones, porque el carnicero de Miraflores ordenará acribillarlas, no habrá protestas cívicas políticamente dirigidas como las multitudinarias manifestaciones escenificadas en el pasado reciente, porque hay una política de persecución y terror contra quienes disentimos de esta barbarie, pero a pesar de ello, todos los días en el consciente del venezolano crece la animadversión contra la mafia organizada que está mandando hace 20 años y cada día que permanecen en el poder, acumulan más “méritos” para ser tratados y procesados, en base a la convención de Palermo, como lo ha planteado el Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma, porque ya no se trata de un problema ideológico, político o de tendencia filosófica de izquierda o de derecha, sino de una organización delictiva que ha secuestrado a Venezuela y las instituciones, para cometer todo tipo de delitos impunemente.
“Quienes defienden el derecho a la vida de asesinos, avalan la pena de muerte de ciudadanos inocentes”
Por. Lic. Pedro Segundo Blanco, ex parlamentario del estado Sucre
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