El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, exhibió este miércoles la confianza que tiene en su nuevo jefe diplomático, Mike Pompeo, para que levante a un Departamento de Estado en horas bajas. EFE
Trump puso hoy pie por primera vez en el edificio Harry S.Truman del Departamento de Estado en un año y tres meses de mandato para asistir a la ceremonia de asunción del cargo de Pompeo, un secretario de Estado enteramente de su elección.
“Ese es más espíritu del que he oído del Departamento de Estado en mucho tiempo, muchas décadas”, dijo el presidente al inicio de la ceremonia, ante los aplausos de los asistentes.
“Ese espíritu será magnificado con este hombre aquí”, añadió sobre Pompeo, al que definió como un “verdadero patriota estadounidense”.
“Vas a hacer cosas que no sabías todavía. Ahora ni siquiera podrás atisbarlas. Tenemos un par en marcha ahora de las que mucha gente ni siquiera sabe y son muy, muy alentadoras”, afirmó dirigiéndose el cuerpo diplomático, sin indicar a qué se refería.
Trump se deshizo en halagos con Pompeo en un breve discurso en el que le dio todo el protagonismo y evitó hacer comentarios sobre los temas más acuciantes de la política exterior estadounidense: el acuerdo nuclear con Irán y las negociaciones con Corea del Norte.
Con estos gestos, el presidente quiso dejar claro que tiene total confianza en su nuevo secretario de Estado, después de despedir a su primer jefe diplomático, Rex Tillerson, en marzo por sus continuos choques sobre su visión de la política exterior.
Pompeo tiene por delante el reto de devolver al Departamento de Estado la relevancia perdida en el primer año de esta Administración y cubrir los numerosos e importantes puestos diplomáticos vacantes, entre ellos el de embajador en Corea del Sur.
Trump ha llegado incluso a decir que él y Pompeo, que hasta ahora era el jefe de la CIA, están siempre “en la misma onda”.
Esa cercanía preocupa a los demócratas, que temen que, lejos de controlar los impulsos del presidente, aliente sus instintos más beligerantes y peligrosos.
Pompeo trató de sacudirse su fama de “halcón” durante el proceso de confirmación en el Senado, pero hoy habló de “diplomacia dura”, de poner los intereses de Estados Unidos “primero” y de hacer que EEUU sea “un líder respetado” en el mundo.
Él sí se refirió a Corea del Norte y advirtió de que un mal acuerdo no es una opción.
“Una cosa es segura, esta Administración no repetirá los errores del pasado, un mal acuerdo no es una opción. (…) Nuestros ojos están muy abiertos”, afirmó.
Pompeo aseguró que el Gobierno Trump está “comprometido con el desmantelamiento verificable e irreversible del programa de armas de destrucción masiva de Corea del Norte” y con que esto ocurra “sin demora”.
El exdirector de Inteligencia destacó la “oportunidad sin precedentes para cambiar el curso de la historia en la península de Corea”, aunque admitió de que aún ese proceso está en “las fases iniciales” y que el resultado todavía se desconoce.
Su gestión tendrá una primera prueba de fuego en las negociaciones con Corea del Norte, país al que viajó en marzo para preparar con Kim Jong-un la reunión que este mantendrá con Trump próximamente.
Trump no se refirió ni a Corea del Norte ni al Acuerdo con Irán, un pacto del que tampoco habló Pompeo pese a la expectación ante la posibilidad de que EEUU anuncie que se retira del acuerdo antes del plazo final del día 12 de mayo.
Está por ver la capacidad de influencia que tendrá Pompeo en estos y otros asuntos claves de la política exterior y si él y Trump lograrán mantener la sintonía que han exhibido hasta ahora.