La delincuencia se coló en las aulas para robarle a más de un estudiante la oportunidad de estudiar en mejores condiciones. Sin piedad, arrasó con las herramientas prestas para formar al futuro del país, arrebatando desde libros, útiles escolares, cableado eléctrico y pupitres, hasta la ilusión de contar con una biblioteca o un salón de computación, reseña Panorama.
En el ‘Rómulo Gallego’ los maleantes no dan tregua. “No hay un día en que no roben el colegio”, exclaman por igual docentes, estudiantes y obreros. Aprovechándose de la oscuridad, el vandalismo hace de las suyas, arrebatándole a una matrícula de más de hasta las condiciones más básicas para el proceso enseñanza-aprendizaje.
La biblioteca escolar es hoy un mito. Antes, repleta de material para consultas, fue blanco de la delincuencia. También lo fueron los baños. Faltan lavamanos y algunos inodoros. En el área de preescolar, los niños orinan en un hueco en el suelo, que docentes tapan con un balde. “Los niños a veces no quieren hacer sus necesidades porque no ven los sanitarios”, explicó una maestra.
“No hallamos como pedir que nos pongan los cables”, expresó temerosa una trabajadora del colegio, pero recobrando la voz enardeció su denuncia. “Este colegio es centro de votación. Para las elecciones pasadas, trajeron unos generadores eléctricos para que la gente votara y cuando terminó la jornada se llevaron todo. Ni dándose cuenta del problema nos repusieron el cableado”, rechazó la mujer.