“Es innegable que Chávez tuvo el arrojo de hacer historia. Eso enaltece”
Andrés Manuel López Obrador
Aterrizar en la úlcera de nuestra era
Estoy preocupado, muy preocupado, aterrizo en la Ciudad de México y no doy crédito a lo que veo y escuchó: la peste ideológica del siglo XXI, el chavismo, ha logrado pervertir el debate político mexicano y viciar, con sus cancerígenas células populistas, a su maravilloso pueblo.
México está enfermo, la peste chavista lo ha contagiado, son notables las úlceras en su espíritu milenario.
La viruela mexicana del chavismo
Nunca imaginé que algo así fuera posible en un México que parecía vacunado contra el chavismo, como mostró en anteriores eventos electorales, pero escuchar Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la viruela chavista mexicana, repetir las mismas falsedades que le escuchamos a Hugo Chávez durante años no sólo nos saca de toda credulidad, además nos aterra y avergüenza.
¿Cómo no logramos desenmascararlo a tiempo?
Tovar cede la palabra a El Michoacano
Agobiado por lo que prefigura será un caótico retroceso -una revuelta como decía Octavio Paz- de mi amadísimo México, a partir de hoy y por un tiempo le cederé la palabra a un personaje que me ha acompañado durante mi vida. Es mexicano, oriundo de una tierra que arde por su furia, cautiva por su exuberantes paisajes (sin duda es La Toscana mexicana) y resplandece por su enigmática y colorida cultura: Michoacán.
Hace años le puse nombre a ese personaje, lo llamé “el Michoacano”.
Un riesgo para México
Agradezco a Tovar-Arroyo la posibilidad de suplantarlo, si me invita a que escriba por él en sus espacios imagino que sabrá el porqué lo hace. Supongo que entiende que, como mexicano, podré razonar con mayor legitimidad el riesgo que representa para México el advenimiento chavista. Tovar-Arroyo vivió una devastadora experiencia en su natal Venezuela y, a través de mí, aspira mostrar sus horrores y heridas abiertas.
¿Lograré traducir a mis compatriotas mexicanos la hondura de sus llagas?
Los siameses históricos
López Obrador piensa como Chávez, habla como Chávez, insulta como Chávez, promete como Chávez, obra como Chávez, elogia la tiranía castrista como Chávez, manifiesta públicamente su admiración por Chávez, pero jura que no es chavista. ¿Quién le cree? Nadie.
Obviamente hay particularidades que lo distancian de Chávez: no es militar, no apareció en el escenario político asesinando a miles de venezolanos con sendos golpes de Estado, pero las similitudes discursivas, el autoritarismo, la corrupción que lo rodea, la rabia que encarna, las taras ideológicas que lo componen, el maniqueísmo extremista que lo sella como político, la bochornosa impudicia con que miente, pero sobre todo, su demencial afán de poder, lo acercan desconcertantemente al déspota venezolano.
No sólo lo acercan, lo hacen su siamés histórico.
López Obrador más chavista que Chávez
Las razones por las cuales López Obrador imita -sin pudor- a Chávez no logramos entenderlas: venderá el avión presidencial; promoverá un demagógico revocatorio de su mandato (que mantendrá a México en tensión política permanente); liberará a los narcotraficantes (porque hay que “pacificar” al país); se asociará con lo más detestable de la vieja política (porque hay que “perdonar”); atacará a la iniciativa privada y a los empresarios (porque son unos “abusadores”); y lo más dramático, cambiará la Constitución para refundar la patria (refundación que por supuesto él y sólo él encarna), entre otras tantas falsificaciones que embaucaron a los venezolanos y que los llevó a la ruina.
¿Será que un crédulo México votará por él?
El escorpión y la rana
Observando el escenario electoral mexicano y las chavistas promesas de AMLO, asalta mi memoria la fábula de “El escorpión y la rana”. No puedo evitarlo, de verdad, no puedo, entiendan, los michoacanos somos tan cimarrones como mal pensados.
El escorpión (AMLO) se viste de seda verbal y ruega a la rana (el elector) en tono dócil y benevolente, que lo monte sobre su espalda para cruzar el río electoral y jura -por tercera ocasión consecutiva- que no le hará daño, le implora que le permita llegar a la otra orilla del poder para demostrarle que no es tan dañino y traidor como se sabe que es. La rana duda, sospecha, pero al final le da la oportunidad, lo sube en su espalda electoral (vota por él) y a medio camino, el escorpión (AMLO) la pica, los dos se hunden en el río del cinismo político y sucumben como sociedad. En el hundimiento mutuo, la rana increpa al escorpión chavista: ¿Por qué lo hiciste?
El chavista mexicano le responde: es mi naturaleza.
@tovarr