El escritor peruano afincado en España Jorge Eduardo Benavides ha dicho a Efe que el populismo se halla en retroceso en toda Latinoamérica y que “el grueso de los que están a favor del Gobierno venezolano están aquí (en España), en Podemos, el partido político de Pablo Iglesias”.
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“Esa nueva izquierda populista no está funcionando ni generando adeptos en ningún sitio: ni en Venezuela, ni Ortega en Nicaragua, ni incluso en Bolivia”, ha señalado para añadir que el populismo en Latinoamérica sólo cuenta ya con “apoyos frágiles de hambre y desesperación; pero incluso esos apoyos son de gente que cada vez mira con más suspicacia a los líderes populistas”.
“Salvo que se tenga un entusiasmo cegador, es muy difícil afirmar que Venezuela va bien”, sobre todo comparado con la prosperidad creciente de otros países vecinos como Colombia, ha puesto como ejemplo.
A la pregunta de si el futuro de Latinoamérica pasa por el modelo de Chile o por el de Venezuela, Benavides ha respondido que no es que sea sólo su deseo, sino que todo apunta que, “aunque son los dos extremos”, el futuro pasa más por Chile que por Venezuela.
De su país, Perú, ha dicho que está ahora mucho mejor que cuando salió para establecerse en España hace 27 años, azotado por el terrorismo, la corrupción y la pobreza, aunque ha echado en falta “un correlato entre prosperidad económica y civismo y una mayor fortaleza de las instituciones, como sucedió en España después de la dictadura”.
“Suelo decir que ahora los coches allí son más potentes y más rápidos, pero los conductores son los mismos y con más audacia, o sea que es más fácil que te atropellen”.
Ha recordado que el terrorismo de Sendero Luminoso dejó “70.000 muertos en diez años, y eso es una hecatombe para un país, una resquebrajadura. Mucha gente en el Perú quiso permanecer ajena hasta que pusieron una bomba en el barrio de Miraflores… Fue una guerra entre Sendero y el Estado y en medio estaba el pueblo. La gran mayoría de esos muertos fueron gente, gente del pueblo”.
Y ha lamentado que “las generaciones que vienen después no tienen memoria, son muy jóvenes y no pueden tenerla; ahora hay gente muy joven que reivindica Sendero porque no sabe qué fue aquello”, una situación que, ha confesado, le parece “algo espantoso” y que demuestra “la fragilidad de la juventud, porque las cosas se olvidan muy pronto, y eso hace que se repitan lo errores”.
Sobre su amigo, maestro y compatriota Mario Vargas Llosa ha señalado que comparte cosas con Ciudadanos, como antes lo hizo con UPyD, “porque son partidos liberales que se ajustan mucho a la parte socialdemócrata que hay en él, que, aunque es un liberal, tiene también esa parte más europea”.
Y se ha alegrado de que Vargas Llosa permanezca “alejado de cualquier participación que no sea la que ahora tiene, la de ser una especie de voz de la conciencia, y un polemista”, y ha descartado -como ya ha hecho el propio interesado- que forme parte de una candidatura política: “Eso sería una insensatez; no tiene sentido que él sea candidato de ningún partido”.
Benavides llegó a España hace 27 años y, camino de Barcelona, recaló en Tenerife, donde trabajó de albañil y de lavaplatos. Tras once años en la isla se instaló en Madrid, y el que debió ser su destino inicial, Barcelona, se alejó ahora, ha dicho, más que nunca.
“El asesinato de Laura Olivo” (Alianza), que ha obtenido el XIX premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones, está protagonizada por un peruano negro de origen vasco, por lo que a la pregunta de si desconoce las tesis de Sabino Arana, fundador del nacionalismo vasco, Benavides contesta con humor: “Es un personaje que contradice todas las tesis de la parte más obtusa del nacionalismo”.
“No obstante, no es un personaje extravagante. Nació en El Callao (Perú), un puerto, y su madre tuvo un asunto con un marinero vasco, de modo que mi protagonista se siente vasco… Otra prueba de que los nacionalismos son una cosa primitiva que van para atrás”. EFE