Desde hace semanas los argentinos observan angustiados como cae el peso frente al dólar. La noticia de que el presidente liberal Mauricio Macri busca el auxilio del FMI reavivó viejos fantasmas de crisis y dolorosos ajustes.
AFP
Sin embargo, el gobierno se empeña en enviar un mensaje tranquilizador y asegura que Argentina es un país solvente.
¿Qué llevó a Argentina a la crisis cambiaria y financiera, y qué necesita para conjurarla?
– Déficit crónico –
Los analistas coinciden en que el problema principal de la economía argentina es su déficit fiscal (3,9% del PIB en 2017) y de balanza comercial (8.470 millones de dólares en 2017).
Desde hace dos años y medio Macri desarrolla un programa de ajustes considerado “gradualista” que trata de llevar al país desde el modelo proteccionista de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015) hacia uno de apertura.
Entre sus primeras medidas, eliminó el control de cambios y negoció con los fondos especulativos para sacar al país del default. Ello le permitió financiar el déficit con créditos del exterior por montos de unos 30.000 millones de dólares anuales.
Ramiro Castiñeira, analista de la firma Econométrica, sostiene que Macri “asumió un país quebrado. Con mucho esfuerzo hizo avances, como salir del default, salir de las restricciones y recuperar el crecimiento económico. Pero no pudo resolver lo estructural: el déficit”.
– Margen de maniobra –
Muchos argentinos rememoran por estos días la crisis económica y social de 2001, que provocó la caída de cuatro presidentes en una semana y llevó al país a declarar la mayor cesación de pagos de la historia.
Y aunque hay similitudes entre los dos momentos, como la depreciación acelerada del peso y el pedido de auxilio al FMI, los expertos subrayan que hay diferencias que conceden un margen de maniobra al gobierno de Macri.
En 2001 regía el “1 a 1”, como se conoció la política cambiaria de tasa fija de un peso igual a un dólar. En cambio, en este momento el tipo de cambio flotante y la política monetaria autónoma “debe facilitar un ajuste que evite que la crisis cambiaria escale a una crisis bancaria y termine en depresión económica”, según Edward Glossop, de la firma Capital Economics.
“Una política monetaria autónoma permite al Banco Central aumentar las tasas de interés para apuntalar los flujos de capital. Al mismo tiempo, un debilitamiento de la moneda ayudaría a la estabilización, al recuperar la competitividad y al hacer más atractivos los activos locales”, opinó Glossop.
– Gradualismo –
El lema del gobierno de Macri ha sido el “gradualismo”. Es decir, hacer los ajustes poco a poco para no provocar ni un shock social ni un nivel de conflictividad que afecte la gobernabilidad.
Así, eliminó paulatinamente subsidios a las tarifas de los servicios públicos, abrió el país a las importaciones y redujo el gasto, pero sin lograr todavía el equilibrio.
El retiro de subsidios a servicios como los de gas, electricidad o agua encareció, en algunos casos astronómicamente, el gasto de los hogares cuyo poder de compra está carcomido por una inflación de más del 20% anual.
Marcos Peña, jefe del Gabinete, sostuvo: “No podemos seguir pensando que la culpa es de otro. La culpa de que gastemos más de lo que tenemos es de los argentinos”.
– ¿Se puede salir de la crisis? –
El gobierno subraya que acudió al FMI para prevenir una crisis mayor. Aunque todavía no se ha definido el monto del auxilio que recibirá, se da por descontado que el ente multilateral pondrá algunas condiciones.
“El FMI va a replantear el gradualismo”, vaticina Castiñeira. “Argentina tiene que tomar conciencia de la situación en que se encuentra para poder hacer el ajuste necesario y no tener que endeudarse en el exterior”, sostuvo.
Para Marina dal Poggetto, de la firma EcoGo, “no depender del crédito externo requiere un ajuste muy violento, que políticamente es complicado”.
De cara a un 2019 marcado por elecciones presidenciales y sin mayoría parlamentaria, la tarea luce cuesta arriba.