Gremios empresariales sostienen que la salida de las multinacionales empeoró el desabastecimiento y el desempleo. Calculan que se perdieron poco más de 5.000 puestos por los cierres desde 2013, publica El Nacional.
Por CARLOS SEIJAS MENESES | [email protected]
En los cinco años que lleva Nicolás Maduro en la presidencia se han ido del país ocho transnacionales. La última que cesó sus operaciones fue Alimentos Kellogg’s, decisión que anunció el martes pasado a los trabajadores en un aviso colgado en un portón de la planta en Maracay, estado Aragua.
Las razones que exponen las transnacionales para retirarse de Venezuela, según Conindustria, son la profunda escasez de materia prima, la falta de acceso a divisas, las leyes y normativas que han obstaculizado la actividad económica y los precios “absurdamente” controlados, que generó fuertes pérdidas en sus operaciones.
Las ocho multinacionales que cesaron operaciones desde 2013 son: Compañía de Bebidas de las Américas, fabricante de la cerveza Brahma; Wonder de Venezuela, confección de hilos para la industria textil; Clorox, fabricante de productos de limpieza; Kimberly Clark, productora de artículos de higiene personal; General Mills, que vendió Diablitos Underwood a la firma inversionista internacional Lengfeld Inc.; Bridgestone Firestone, fabricante de neumáticos que vendió el negocio a la corporación Grupo Corimon; General Motors, fabricante de automóviles; y recientemente Alimentos Kellogg.
Una vez que finalizaron operaciones, tres de esas industrias fueron tomadas por el gobierno y confiscados sus activos. Kimberly Clark, ahora Casique Maracay, “prácticamente está paralizada”, dijo Carlos Larrázabal, presidente de Fedecámaras. Cloros produce para abastecer el mercado, afirmaron trabajadores.
La planta de Kellogg pasó a manos del gobierno el martes pasado, y la compañía aseguró que “no se hace responsable por el uso que se haga de sus instalaciones y equipos, de la seguridad de los operarios, de las comunidades vecinas, tampoco de la calidad de los productos que allí se lleguen elaborar”.
Añadió que ejercerá acciones legales ante “el uso indebido de los nombres comerciales y de las marcas propiedad”.
Gremios empresariales sostienen que la salida de las transnacionales ha tenido un severo impacto en el abastecimiento de alimentos y de otros bienes de consumo. Actualmente, en el mercado nacional hay una fuerte escasez de los productos que fabricaban esas empresas en el país.
El presidente de Fedecámaras aseguró que la salida de las multinacionales ha incidido en la oferta de los productos. “Anteriormente, en el mercado había cinco o seis opciones de cada producto fabricados por empresas nacionales e internacionales. Ahora el venezolano va a un establecimiento y si acaso consigue una”, dijo.
El cese de operaciones de las transnacionales es la “tragedia del modelo socialista”. “Desde hace siete años el gobierno no les ha permitido a las empresas tener acceso a divisas para repatriar sus dividendos ni para importar materia prima. Muchas no aguantaron más y cerraron”.
Larrazábal aseveró que otra de las consecuencias es la pérdida de confianza en el país. “Para recuperar la economía en cualquier gobierno el factor fundamental es la confianza. Se pueden tomar las mejores medidas económicas, pero si al mismo tiempo atacas la empresa privada, no estás dando garantías”, expresó.
El empresario indicó que la pérdida de empleos ha sido otro de los efectos. Maryolga Girán, abogada y presidente de la Comisión de Asuntos Laborales de Conindustria, calcula que con el cierre de las transnacionales desde que Maduro asumió el poder se han perdido un poco más de 5.000 puestos.
Girán advirtió que cuando cierra una empresa, los trabajadores, que pasan a engrosar las filas de desempleados, toman una de estas tres rutas: insertarse en el mercado informal, emigrar (los más preparados) o ingresar en la delincuencia (jóvenes y menos preparados). “Las empresas están haciendo lo mejor que pueden para mantener la plantilla de trabajadores, pero llega un momento en el que no pueden mantener las puertas abiertas”.
Girán sostiene que para el trabajador es muy traumático y triste el fin de las operaciones de una empresa. “Allí es donde hace vida, donde tiene comida y seguridad social. Las personas que quedaron desempleadas después del cierre de Kellogg’s, por ejemplo, deben estar preguntándose ahora cómo van a llevar la comida a sus casas y dónde pueden conseguir un trabajo similar”.
Aseguró que es muy difícil encontrar un empleo con condiciones parecidas a las que ofrece una empresa multinacional. “En las transnacionales los beneficios de los contratos colectivos eran excelentes y había muchos trabajadores que tenían bonos en moneda dura (dólares). Eso no lo van a encontrar en empresas que no sean transnacionales”.
Es peor para un trabajador que tiene más de 40 años, cuyas posibilidades de insertarse en el mercado del trabajo son muy bajas. “Además, ahorita es difícil conseguir un empleo en Venezuela”.
526 empresas en manos del Estado
En 16 años, desde 2001 hasta 2017, el Estado pasó de tener el control de 74 empresas a 526 por las vías de la expropiación, confiscación, nacionalización, re-estatización o renegociación de asociaciones estratégicas, según un informe de Transparencia Venezuela.
La ONG indica que la mayoría de esas empresas no han reportado beneficios para el país y que las promesas de seguridad y soberanía alimentaria no se cumplieron. El desabastecimiento empeoró y las importaciones crecieron.
Una de las empresas que pasó a manos del Estado fue Lácteos Los Andes, fundada en 1984 y adquirida por Pdvsa en marzo de 2008. Aunque su producción creció 33% entre 2007 y 2012, según la ONG, en los últimos 6 años ha caído por falta de materia prima y deficiencia en el mantenimiento de equipos y plantas.
Otro de los casos más emblemáticos fue la expropiación de Agroisleña, ahora Agropatria, en 2010 por el fallecido presidente Hugo Chávez. Desde entonces los productores privados han denunciado la cada vez más exigua oferta de los insumos, una de las principales causas del descenso sostenido de la producción.
Café Madrid y Fama de América fueron expropiadas en 2009. En 2016 trabajaron a 10% de su capacidad por la falta de materia prima. Empleados de Fama de América han protestado porque tienen miedo de quedarse sin trabajo.