Nuevamente el régimen adopta un falso semblante democrático, llamando a un proceso electoral que genera desconfianza en la mayor parte del electorado. En esta oportunidad el régimen no solo compite con el mismo arbitro electoral politizado que por años nos ha dado la espalda, sino que ahora también cuenta con candidatos adversos hechos a la medida. El fraude se ve venir sin generar la más mínima expresión de sorpresa.
Participar en estas elecciones nos convierte en cómplices de un proceso que busca dar legitimidad y tiempo al madurismo, por lo que depende de nuestra participación para poder perpetuarse otro período presidencial. Este montaje no cuenta ni con el más mínimo principio de un acto comicial democrático, careciendo de legitimidad y reconocimiento de la comunidad internacional, quiénes decidieron no avalar el proceso.
Existen dos polaridades dentro del electorado opositor, pero como en todo, hay un punto de covergencia entre los votantes y los abstencionarios, ambos buscamos la salida del régimen. En esta oportunidad la lucha no es contra Maduro en las urnas, es contra su CNE fraudulento. No se pueden esperar resultados distintos si estamos haciendo lo mismo. Mientras no haya un cambio radical dentro del CNE, no contemos con las garantías democráticas necesarias y un acompañamiento internacional que genere confianza, el resultado será el mismo.
El futuro de Venezuela es incierto, pero de algo podemos estar seguros, la abstención será histórica. En base a sondeos recientes, se estima que alrededor del 80% de la población electoral no va a participar en estas elecciones, siendo uno de los procesos electorales con mayor abstención de nuestros tiempos. No entregues tu voto, no juegues con las reglas de un tramposo, no votes.