El llamado de Moscú a la retirada de todas las fuerzas extranjeras en Siria podría marcar un punto de inflexión en su alianza con Irán, aunque sin hacer peligrar la estrategia global de entendimiento con la República Islámica.
AFP
En un encuentro con su aliado sirio Bashar Al Asad, el presidente ruso Vladimir Putin declaró el jueves pasado que el inicio del proceso político en Siria debería permitir “la retirada de las fuerzas armadas extranjeras”.
Las autoridades rusas dieron explicaciones contradictorias sobre estas afirmaciones.
El emisario del Kremlin para Siria, Alexander Lavrentiev, dijo que estas medida concernían a “los estadounidenses, los turcos, el Hezbolá por supuesto y los iraníes”.
Pero el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, precisó que las afirmaciones presidenciales correspondían a las tropas extranjeras que se hallaban en Siria “de facto de manera ilegítima desde el punto de vista del derecho internacional”, lo que podría excluir a Irán, aliado de Damasco.
Para Henry Rome, investigador sobre Irán en el centro de reflexión Eurasia Group en Washington, las declaraciones de Putin no son sinónimo “necesariamente del final de la partida en la alianza Rusia-Irán en Siria, pero constituyen un incidente bastante serio en su buena relación”.
“Todavía no se ha establecido ningún calendario para la retirada de las fuerzas extranjeras”, señala.
Las afirmaciones de Putin parece que han causado indignación en Teherán, donde el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Bahram Ghasemi, declaró a la prensa que “nadie (podía) obligar a Irán a actuar contra su voluntad”.
Citado el miércoles por la agencia de prensa rusa RIA Novosti, el viceministro de Relaciones Exteriores sirio, Fayçal Mokdad, declaró que el tema de la salida de las fuerzas iraníes presentes en Siria no estaba “en el orden del día”.
– “Frágil equilibrio” –
Putin, cuyo país es uno de los pocos que mantiene estrechas relaciones tanto con Irán como con Israel, mide mucho sus palabras.
Varios analistas estiman que quiso advertir que el conflicto sirio no tiene que degenerar en una guerra todavía más mortífera entre Irán e Israel.
Preocupado por la presencia de fuerzas iraníes en el gran país vecino del norte, Israel lanzó en estas últimas semanas una serie de ataques aéreos contra supuestos blancos iraníes en Siria.
Para Julien Barnes-Dacey, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, “los rusos se esfuerzan por obtener un frágil equilibrio entre ciertos de sus aliados en la región”.
Según él, las afirmaciones de Putin son un mensaje a Irán para señalarle que hay límites en su influencia en Siria. Pero “será extremadamente difícil (para los rusos) aplicarlos”, añade.
Pero “Irán libra -y sigue librando- combates muy difíciles” en Siria, y Teherán “espera de este compromiso concesiones a largo plazo en materia de contratos en el ámbito de la energía u otros”, estima por su parte Rome.
Según este investigador, Teherán acepta muy mal el hecho de que empresas turcas o rusas consigan grandes contratos para la reconstrucción del país en detrimento de grupos iraníes. Y todavía peor, si Rusia parece haber dado su visto bueno a Israel para los recientes ataques contra posiciones iraníes en Siria.
“Los iraníes no tienen ningún problema con la idea de abandonar Siria”, estima Mohamad Marandi, analista político en la Universidad de Teherán, juzgando que la República Islámica no tiene ningún interés particular en mantener a largo plazo su presencia militar en Siria.
El analista ruso Vladimir Sotnikov considera por su parte que a Putin no le interesa sabotear el “acuerdo estratégico” entre Rusia e Irán.
“Aunque Irán no es una socio fácil para Rusia, los dos países no van a romper su estrecha relación”, presagia. AFP