Más allá del impacto mediático y la menguada repercusión internacional, poco efecto ha tenido el antejuicio iniciado por el llamado TSJ en el exilio tras declarar que hay méritos para enjuiciar a Maduro. La AN autorizó ese enjuiciamiento, pero seguimos antes del juicio, cuando esa decisión supuestamente abría la puerta a una salida de la crisis política y humanitaria que vive el país. ¿Nos quedaremos per saecula saeculorum esperando que lo enjuicien, cuando son casi nulas las probabilidades de que este organismo vea cumplirse sus decisiones con Nicolás Maduro aferrado al poder? En ese sentido, las expectativas creadas con relación a su destitución y posterior aprehensión, rayan en el engaño.
El ex magistrado Román Duque Corredor, enfatizó: “hay elementos para sostener en una institucionalidad normal” un antejuicio contra Maduro. Obvio, Venezuela carece de esa “institucionalidad normal”, por tanto, ese procedimiento estaría destinado al fracaso, nadie mejor que este gran jurista lo sabe, desde el 2015, junto a la doctora Cecilia Sosa, viene insistiendo en el Antejuicio de Mérito a Nicolás, lo pidieron formalmente y Luisa Ortega Díaz no hizo nada al respecto, igual comportamiento está mostrando por estos días, el 3 de los corrientes, el TSJ Legítimo la instó a presentar acto conclusivo, pensé que mostraría la misma celeridad que cuando se prestó para linchar judicialmente a José Gregorio “Gato” Briceño o a Kamel Salame Ajami, dos de sus tantas víctimas, pero me equivoqué, en ese entonces, como ahora, dijo tener todas las pruebas en las manos.
Que Tibisay Lucena, Vladimir Padrino, Gustavo González López y Douglas Rico no le hayan prestado mayor atención a las notificaciones del TSJ en el exilio, pudiese admitirse como algo lógico, ver en Luisa Ortega Díaz una conducta similar, manifiesta que ellos mismos no creen en lo que están haciendo, decir “Insistiré en llevar a la cárcel no sólo a Nicolás Maduro, sino también Diosdado Cabello, a los dos Tarek, a los dos Rodríguez, a Maikel Moreno y otros tantos, como Vladimir Padrino, González López, Néstor Reverol”, deja ver la poca validez y efectividad de las decisiones del TSJ en el exilio, al que no tuvo la delicadeza de referirse mientras hizo ese anuncio enfatizando que actuará a través de la jurisdicción internacional.
Luisa Ortega y su equipo, encabezado por Zair Mundaray, se me parecen al programa Plaza Sésamo, pura fantasía, en su ensimismamiento, revela que “El enorme problema que realmente representa la actividad de este Tribunal Supremo es la ejecutoria material de sus decisiones”, como lo apuntó Juan Manuel Raffalli. Lo cual me lleva a coincidir con uno de los magistrados de ese órgano judicial, Alejandro Rebolledo, al advertir que no se debe engañar a los pueblos ni crearles falsas expectativas cuando disintió del antejuicio. Opiniones afines a la de Duque Corredor al sugerir la inexistencia en Venezuela de “una institucionalidad normal”, hecho con una incidencia del todo negativa en dicho procedimiento.
El gran problema estriba en que ese Antejuicio de Méritos iniciado contra Maduro es tan ilegítimo como la farsa electoral del 20M, sólo que esta última se materializó y, por insólito que parezca, podría ahorrarles a los Magistrados que lo admitieron la incomodidad de justificar la ineficacia de ese procedimiento tramitado en condiciones de ilegalidad, porque a decir verdad, sería la acción de un grupo de magistrados sin posibilidad cierta de constituir Sala Plena, por decir lo menos, y que actuando de muy buena fe, lo cual no se les puede quitar, esperan que sus ejecutorias tengan eco en la comunidad internacional como garantía de la presión que esperan ejercer para forzar el fin del régimen.
Esa es la realidad, dicho así, de modo sencillo, sin entrar a considerar la juramentación e investidura de esos Magistrados a la luz del artículo 40 de la Ley Orgánica del TSJ o lo atinente a la sede del máximo juzgado según el artículo 6 de la misma ley o lo tocante al principio de la territorialidad consagrado en el artículo 6 de nuestra Carta Magna. No obstante, seguiré esperando, sentadito, el enjuiciamiento de Nicolás Maduro por parte del TSJ en el exilio, de la mano de Luisa Ortega Díaz, sé que me contradigo al decir eso, prefiero hacerlo a no mostrar la ingenuidad de quienes aún no entienden estar en presencia de actos simbólicos y sin efecto práctico, que confunden al observador externo y distraen la atención de lo más importante.
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