Hola que tal mi gente, jugando doble play es la característica que tiene el hombre para manejar con maestría dos ideas o actitudes contradictorias a la vez, sea con el fin de engañar a la autoridad o cualquiera que se deje y, así, obtener un beneficio o evitar un perjuicio.
En los ciudadanos abundan los casos, por ejemplo, el estudiante que orgulloso muestra el título o la conclusión de sus estudios, dejando de lado que al menos una materia la acreditó gracias a que copió a un compañero en el examen, o aquel conductor de automóvil que se da por “sorprendido” de la multa impuesta ante la infracción por circular a una velocidad que excede a la permitida, incluso impugnando la sanción por tratarse de una “fotomulta”, arguyendo la funcionalidad de la tecnología y el fin recaudatorio de la medida, a sabiendas que incurrió en la infracción prevista en el Reglamento de Tránsito. No se diga aquel conductor que circula sin licencia vigente, el que trata de burlar el alcoholímetro o aquel que haciendo gala de su “tenacidad”, se adhiere como lapa a la ambulancia que traslada a un paciente con urgencia, aprovechándose que se facilita —a veces— el tráfico para llegar más rápido. Qué tal la madre de familia que llega tarde a entregar a los hijos en la escuela y se queja por ello, siendo que la saturación de tráfico en la zona es ocasionada por “formarse” en segunda fila.
En algunos políticos jugar doble play es muy común, por ejemplo, cuando se comprometen a acabar con la corrupción y, al mismo tiempo, obstaculizan cualquier investigación, o aquellos que condenan la corrupción del opositor y solapan las corruptelas propias. Aquellos que reconocen la dificultad económica y la necesidad de hacer un gasto público eficiente, pero al mismo tiempo usan partidas discrecionales para pagarse bonos y prebendas por creer merecerlas derivado de su trabajo legislativo. Aquellos que usan la tribuna para reclamarse las elecciones fraudulentas, pero en las mesas oscuras resuelven el destino de una elección a cambio de “concertacesiones”.
Existen expertos en doble play, por ejemplo, el líder que niega ser mesiánico y corrupto, sin embargo, no acepta diferencias de opinión y pensamiento, al mismo tiempo que lleva años sin explicar sus ingresos. Aquel que promete cambiar la forma de gobierno ofreciendo trabajo, seguridad y bienestar para todos, sin embargo, centra su oferta política en la ilusión y esperanza de la población abusando de su ignorancia, o aquel que promete un régimen democrático y al mismo tiempo, entrega cargos y diputaciones por “sorteo”.
Abusar del doble play representa fregar al prójimo, sustraerse de la moral, de la ética, del orden, del reglamento, de la norma, de la autoridad. Rompe con cualquier principio de armonía social, alimenta el abuso del más fuerte sobre el más débil y muestra el lado más primitivo del ciudadano. Si deseamos cambiar nuestro entorno social, si queremos construir una mejor sociedad, donde imperen los valores, la ética y la moral, debemos empezar por lo básico, respetemos las normas y al prójimo, y hagamos que los demás también los respeten.