Rosana Sosa: La economía venezolana post 20 de mayo

Rosana Sosa: La economía venezolana post 20 de mayo

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Junto a la economía se hunde el régimen de Maduro. Todo va en contra de la posibilidad de un programa coherente de ajustes. Los malos pasos son muchos. El fraude electoral es inocultable. El hombre huye hacia adelante. La intervención de Kellogs mala señal. La expulsión del encargado de negocios y el de política de EE.UU mal cálculo. La persecución y humillación de militares presagia tormenta. El desespero anuncia días terribles. Parece mentira: la economía se pondrá peor.

No es viable la implementación de un programa de ajustes macroeconómico en la Venezuela actual. Todos los factores del cuadro político son el principal obstáculo para la recuperación económica en caso de que hubiere un plan coherente de ajustes.





El balance es desastroso. Los resultados ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral no son creíbles. La FAN fue el principal testigo de las irregularidades. La otrora poderosa maquinaria electoral del PSUV se resquebrajó. La reciente intervención de la empresa Kellogs fue una pésima señal. La expulsión del encargado de negocios y el de política de EE. UU fue un torpe cálculo político. La “tormenta militar” de la que hablan cautelosamente algunos valientes periodistas anuncia anarquía y desbordamiento.

Estos hechos recientes reducen o anulan el escenario para la implementación de un programa macroeconómico coherente con el necesario apoyo internacional. Ellos ratifican el clima de ingobernabilidad actual del mandatario.

Los mínimos necesarios para la gobernabilidad

No se ve en el horizonte posibilidad de un acuerdo nacional que permita el cumplimiento de los requisitos mínimos de gobernabilidad que sustenten algunos pilares fundamentales. Entre otros:

1- La restitución de la Institucionalidad que pasa por la autonomía de los poderes del Estado con base en el reconocimiento de la Asamblea Nacional legitimada por los votos de los ciudadanos y la eliminación de la ANC.
2- La libertad plena de los presos políticos y militares y el retorno de los exilados.
3- La convocatoria a elecciones limpias, libres y democráticas en un proceso amparado por veedores internacionales con el apoyo de la OEA y demás organismos acreditados.
4- La apertura de un proceso creíble de reconstrucción institucional transformando la visión ideológica y política que ha prevalecido.
5- El permiso del ingreso de la ayuda humanitaria.

Las bases de un plan

De no darse lo anterior será imposible desarrollar un programa de reformas macroeconómicos con ajustes estructurales que en lo fundamental debería incluir lo siguiente:

1. Un programa de reestructuración y/o refinanciamiento de la deuda pública externa con acceso a los mercados internacionales y con el debido cumplimiento de los pagos o acreencias para la eliminación del default. Para lo cual se hace necesario contar con el apoyo financiero de organismos internacionales como el FMI, los entes multilaterales y la total apertura a los mercados financieros para emisiones de deuda.
2. Reformas estructurales en los sectores fiscal, monetario, cambiario y financiero, además de un programa de recuperación de credibilidad para el sector real de la economía, basando su ejecución en la reconstrucción institucional y la reinserción del capital humano especializado acreditado para su ejercicio.
3. Reformas en la política comercial que incluya la reinserción de Venezuela en los tratados internacionales como el Mercosur.
4. Sentar las bases del flujo de inversión directa de capital para la recuperación del tejido industrial y muy especialmente de la industria petrolera.
5. Una política de saneamiento del sector financiero nacional que devuelva la intermediación crediticia bancaria.
6. La creación de un fondo de pensiones sostenible.
7. La creación y mantenimiento de un fondo de estabilización macroeconómica.
8- Una política de privatizaciones progresiva que permita sanear las empresas del Estado con inyección de capital fresco.-
9- Un programa creíble de reconversión industrial para incorporar niveles de inversión sostenibles, elevar los estándares tecnológicos y reducir la notable brecha de crecimiento y deterioro industrial del sector real de la economía.
10- La reinversión en activos para ampliar la formación bruta de capital fijo e incrementar la oferta de bienes y servicios con mayor valor agregado nacional.
11- Incentivos de remuneración factorial que viabilicen el retorno y/o reinserción de capital humano especializado en las distintas áreas de la industria y de la vida nacional e institucional.
12- Un programa de saneamiento de las estadísticas para las finanzas públicas que devuelva la credibilidad en la gestión financiera del Estado sobre la base de mayor transparencia en la praxis para reducir la corrupción.
13- Políticas de reconstrucción del sistema de justicia para la progresiva autonomía de los poderes públicos.

Todo ello luce improbable dentro de la administración actual. No bastaría cambiar los actores ministeriales, un nuevo gabinete no sería capaz de generar la credibilidad necesaria para acometer todas estas medidas.

Sin la confianza ni el apoyo internacional es absolutamente inviable llevar a cabo un programa de recuperación y crecimiento económicos sostenido con equidad social.

¿Qué se espera?

En torno a la inflación es poco fiable pronosticar una cifra en esta coyuntura. Hasta el FMI se encuentra en estos momentos fuera de pronósticos al estimar una hiperinflación en 2018 de 12.824 % y ya va por 15.657 %. Aunque sin duda, predecir una situación similar a la de Alemania en 1923 con una inflación de 29.500% y un sistema de precios que se duplicaba cada 3,7 días no es arriesgado como proyección al cierre de este año de no darse cambios políticos sustantivos.

El impacto en términos de las consecuencias sociales es altamente preocupante, es necesario que los ojos del mundo focalicen su atención en la generación de un plan de emergencia conjunto que presione la salida de Nicolás Maduro.

Pero evidentemente recae una responsabilidad histórica única sobre los actores políticos o no que orbitan los círculos de poder interno, en cuya intervención y actuación se cierne la responsabilidad de la vida de 30 millones de habitantes en situación de pobreza e indefensión.

Cuando los ciclos históricos llegan a su fin e inequívocamente no hay salida, apelamos a la conciencia de los líderes y a la templanza de hombres y mujeres que en nombre de sus hijos se revistan de coraje para emprender las acciones de un rotundo y profundo cambio político de la Venezuela actual.

Por Rosana Sosa
Economista PHD