De conformidad con el más reciente informe del Observatorio Venezolano de Violencia, en nuestro país se produjeron 26.616 homicidios en 2017, es decir, un promedio de 73 por día. La muerte a manos del hampa se ha convertido en algo tan cotidiano que, salvo casos particulares, como el de Di Marzo, ya genera poco o ningún impacto en la opinión pública.
La última Encuesta de Victimización que se hizo en el país, arrojó que en Venezuela se producen cerca de un millón de robos por año, es decir, un poco más de 2.700 por día. La resistencia a la comisión de este delito fue precisamente, según las primeras versiones, el móvil inicial del asesinato de Di Marzo.
Toda esta escalada de inseguridad se ha producido, entre otros aspectos, por una mezcla de desconocimiento e improvisación en las políticas públicas de seguridad ciudadana. Algunos creen inclusive que el aumento de la criminalidad se ha permitido intencionalmente para controlar de mejor manera a la sociedad, obligando a parte de ella a irse del país y forzando a la gente que se queda a aislarse y desmovilizarse por miedo a ser víctima de la delincuencia.
La inseguridad ha hecho también que nuestros pueblos y ciudades estén desolados, fantasmales, en horas de la noche. ¿Cuántos son los que hoy se atreven a salir de sus casas cuando cae la oscuridad? Muy pocos, ya que la gran mayoría teme ser asaltada, secuestrada o asesinada por una criminalidad que se adueñó de las calles del país, ante la incapacidad gubernamental.
En 20 años de “revolución bonita” ya van 16 ministros de Interior y Justicia y más de 20 “planes” contra la inseguridad. No se sabe ni cuál es el que está vigente (si es que existe alguno), ya que siempre los están reciclando con motivos propagandísticos.
El día siguiente del asesinato de Di Marzo, Nicolás Maduro anuncia la postergación de la reconversión monetaria que debía entrar en vigencia el 4 de junio. Seguramente esta noticia, y otras que atropelladamente se irán generando en un país donde a diario pasa de todo, taparán y harán quedar en el olvido colectivo el homicidio del cantautor. Es la misma historia que se repite sin cesar.