El poder de la clase media por @freddyamarcano

El poder de la clase media por @freddyamarcano

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Podrá decirse de todo de la clase media y de los 40 años en los cuales se desarrolló, pero lo cierto es que su progreso fue el progreso mismo del país. Por unas tres generaciones, los venezolanos tuvieron oportunidades de estudiar y de progresar, como nunca antes: tuvieron viviendas aptas y cómodas, vehículo propio, ocasiones de celebrar cumpleaños, bautizos, matrimonios y demás festejos, sin añadir los viajes de recreación.

Por los últimos veinte años, muy lentamente, volvimos a la Venezuela pre-petrolera, ruralizados en la misma ciudad, sin los servicios básicos o el chance de fumigar siquiera la vivienda, sometidos al uso de las llamadas perreras para la transportación, sin otra celebración que la de sobrevivir a un atraco callejero o a la inanición, aceptando que los hijos huyan del país para que algún día garanticen las remesas, porque la jubilación no alcanza para comer, para un medicamento y,mucho menos, para vestirse. Para el régimen es primordial acabarcon los que generan Progreso, con mayúscula, les interesa una población pobre en todos los sentidos para poderla controlar y manipular a su antojo.





La clase media hace inventario de supervivencia cada día. Desde hace años, no exhibe una prenda de oro, un reloj de pulsera por pirata que sea la marca, una pluma fuente que daba el trazo personal en las diligencias que el portador o la portadora hacía, un llavero de colección, o cualquier artilugio no electrónico que daba cierta prestancia o estatus. Hasta los restos de oro o plata, por muy recuerdo familiar que sea, sobresale en la búsqueda urgente para rematarlo y, literalmente, buscar algún alimento o medicamento que atenúe el hambre y la fatiga, la dolencia o la enfermedad que, por cierto, de un diagnóstico atrasado, pues, el más elemental perfil 20 aumenta de un día para otro de precio, por no hablar de resonancia magnética, panorámicas u otros exámenes más exigentes.

Esa clase media jerarquiza para la venta lo que todavía conserva. Inicialmente, sale de cafeteras automáticas, parrilleras, juegos de ollas, afeitadoras eléctricas y batidoras. Después, intenta conservar la licuadora, los sartenes necesarísimos, los cubiertos mínimos, los aparatos de radio, pero – en la subasta doméstica – le da alcance al televisor que queda. Como lo haría una sesión vedada de cine o teatro para el niño de dos o cinco años de edad, el venezolano de clase media defiende a capa y espada el tensiómetro o el glucómetro, protectores de salud; el móvil celular o la computadora, necesarios para sus diligencias bancarias y sus entretenimientos.

La clase media ha aprendido a desplazarse como sea. No puede ya comprar más respuestos ni pagar mano de obra para el carro que venderá por pedazos, pues ya le dan pocos dólares por el vehículo sin aire acondicionado, con vicios ocultos aún para el propio vendedor. Y también a no desplazarse, ahogada en una casa o en un apartamento de viejas manos de pintura, bañándose a tobitos, con la nevera remendada, la cama destartalada. Con todo, un poquito más segura en casa, cuyo costo pagó religiosamente en veinte o treinta años, o cuyo canon de arrendamiento la obliga a la maniobra de tribunales.

El poder de la clase media ha sido su paciencia, su civismo, su heroicidad, su participación férrea, pero ya no puede más. Salir del país es fácil decirlo, pero tratar de vivir afuera es toda una hazaña. Los profesionales hacen de todo menos trabajar para lo que se prepararon. Por todo esto el régimen no puede durar, porque esa clase media disminuida y golpeada sigue en pie de lucha democrática. Los capitostes saldrán del poder para hundirse en una prisión y la clase media, esperemos ya aprendida suficientemente la lección, por todas sus generaciones, nunca más permitirá que la vuelvan a estafar y a humillar.

@freddyamarcano