Familiares de víctimas de la erupción del volcán de Fuego que sepultó la comunidad San Miguel Los Lotes, en el sur de Guatemala, entraron este jueves en la zona 0 tras una suspensión temporal de las tareas de búsqueda.
AFP
“Como ya pararon la búsqueda (temporalmente) decidimos venir a buscar, solo que las fuerzas ya no dan”, dijo a la AFP William Chávez, en la comunidad devastada el domingo por una avalancha de piedras y lodo que bajó del volcán.
El hombre, visiblemente agotado, perdió a un hermano, su cuñada y un sobrino de 4 años en la tragedia, a los que ha buscado por hospitales, albergues y la morgue.
Autoridades guatemaltecas mantienen suspendidas este jueves las labores de búsqueda de víctimas por las fuertes lluvias que han azotado la región, 35 km al suroeste de la capital, además de la dificultad de llegar al interior de las casas porque el material volcánico aún se mantiene caliente.
“Ya no los vamos a recuperar completos (los cuerpos), ahora aunque sea en pedazos que los encontremos”, comenta resignado a la AFP Luis Vásquez, al aceptar el ingreso de maquinaria pesada para demoler la vivienda y buscar los restos de siete familiares que peridó en la erupción.
Tiene dudas de poder encontrar en el interior de la casa los restos de tres adultos y cuatro niños porque las altas temperaturas pudieron haber calcinado los cuerpos.
Vásquez reconoce que se conformaría con encontrar algunos “pedazos” de sus familiares para poder darles un entierro digno en el cementerio de Escuintla.
La erupción del domingo provocó una avalancha de flujos piroclásticos que desbordaron una ladera natural del volcán, dejando un centenar de muertos, casi 200 desparecidos y unos 12.000 evacuados.
“El sol está que quema, la arena está que quema. Cuesta demasiado” buscar, agrega Chávez, quien ingresó a la zona pese a la restricción anunciada por la policía.
Cerca de allí, Alex Fuentes, de 42 años, ayuda a su amigo Renato a buscar a su esposa y tres hijos desaparecidos. Señala que tenían “la esperanza” de que los cuatro se hubiesen refugiado en un ropero de madera que quedó semienterrado.
Renato, quien se cubre del ardiente sol con una gorra roja, solo encontró el documento de identificación de su esposa María.