Salí de la casa muy temprano por la mañana. Cuando llegué a la universidad Politécnica ya había una cantidad significativa de profesores. En sus caras se les veía el semblante de quienes madrugan, se levantan y se van a la calle sin desayunar.
Escribí mi nombre en una lista pegada al borde de una puerta. Era la entrada al área de Eléctrica. Gradualmente iban llegando más y más docentes y también personal administrativo. Las conversaciones giraban todas sobre el tema que nos interesaba: la venta de pollo y huevos a precio regulado. –Pero dicen que también venderán mortadela. Escuché decir a una profesora.
Pronto el área estaba colmada de ansiosas y casi esqueléticas personas. Los rostros de estos docentes al igual que sus vestimentas, reflejaban las huellas de una tragedia; el hambre que amenaza cada momento.
Ya no es la humillación de tener que ir a una universidad para comprar alimentos al descampado. Es que las instituciones educativas venezolanas, desde la Primera Etapa de Educación Básica hasta la universitaria, se han transformado en centros donde solo se ofrecen “lecciones de teoría” sobre temas en estado de completa obsolescencia. No hay reflexión académica sino la duda sobre si venderán mortadela.
Ocurrió también cuando en otra ocasión acompañé a mi esposa y nuera, quienes fueron hasta el mismo Colegio de Médicos de Barquisimeto para comprar pollo, huevos y mortadela. Cientos de médicos perdiendo su tiempo (-que muy bien podrían ocuparlo en sus consultas y emergencias) para comprar comida.
La verdad oculta sobre la falta de alimentos, medicinas y seguridad personal son tres tópicos que han sido planificados para ser ejecutados de una manera controlada y sistemática. Esto se puede corroborar en los últimos 8-10 años cuando se ha estado evidenciando que la crisis en estas tres áreas es artificial, provocada y controlada.
Por lo tanto, consideramos que en Venezuela el problema central no es la falta de garantías para elecciones, o de presos políticos, torturas o de híper inflación –lo cual también es cierto. Lo verdaderamente importante, dramático, inédito y alarmante es que se está ejecutando un genocidio. En sus primeros tiempos silente y selectivo, y en la actualidad, generalizado y sin escrúpulos contra la población civil.
Las primeras víctimas han sido los niños, ancianos y enfermos crónicos. La población más vulnerable en toda sociedad. Es una población que casi en su totalidad pertenece a los estratos más bajos (D-E) donde la crisis está más acentuada.
Quienes hemos estado escribiendo sobre este tema nos han tildado de alarmistas y provocadores. Sin embargo, debemos puntualizar, que: los genocidios no tienen que ser siempre ejecutados como en la Alemania nazi ni tampoco usando los métodos tradicionales y clásicos del garrote, los fusilamientos en masa, o el uso de cámaras de gas. Tanto en la Alemania de Hitler como en Ucrania, o en Centroamérica (Guatemala) o Asia (Camboya) o África (Ruanda), se ejecutaron actos de genocidio, tanto por razones étnicas como religiosas y políticas, y sus métodos para el exterminio contra parte de su población fueron también diferentes.
La Convención de 1948 para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio (Art. 2) lo especifica muy bien en una de sus partes: “Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial.” Por lo que el genocidio se tipifica como “delito de derecho internacional”. Cualquier Estado puede procesar a los indiciados, de manera individual, comenzando por el país donde se ha cometido.
En la Venezuela del siglo XXI, el régimen ha estado excluyendo, primero, a grandes segmentos de la población por razones ideológico-políticos, y en la actualidad, ha ampliado su margen, a la casi totalidad de la población. Les restringe alimentos, medicinas y no les garantiza su seguridad.
Es público, notorio y comunicacional, tanto la pérdida de peso –entre 9-10 kilos- en el venezolano, así como la pérdida de talla en niños, entre 0-5 años. De igual manera, las muertes por enfermedades que muy bien pueden ser prevenibles. En el caso de la seguridad personal la evidencia es mucho más clara y dantesca. Al año las estadísticas nos están indicando que la cifra sobrepasa los 25.000 asesinatos. Muchos de ellos, masacres y ejecuciones extrajudiciales.
El genocidio que se está ejecutando en Venezuela por parte del actual régimen totalitario es un programa que se observa como un plan diseñado para eliminar a una gran parte de la población, o cuando menos, dejarla físicamente imposibilitada para poder realizar actos políticos que impliquen su movilización en masa. Por ello se puede ver por las calles, cientos, miles de ciudadanos debilitados física y psicológicamente.
La práctica de políticas genocidas usadas y aplicadas desde el régimen es absolutamente novedosa por sus características, manera de aplicación y su periodicidad. Cuando se está llegando al límite de la escasez de alimentos, medicinas y seguridad personales, de repente aparecen alimentos, medicinas y usted puede observar en ciertos sitios de barrios y urbanizaciones, la presencia policial-militar.
El genocidio venezolano es de extrema gravedad y debe ser denunciado públicamente como un crimen de Lesa humanidad. Además, sugiero a la comunidad académica, sociólogos, antropólogos, médicos, psicólogos, nutricionistas, y a quienes deseen agruparse para realizar estudios sobre este fenómeno sociopolítico, que es el verdadero centro de la crisis generalizada en Venezuela
(*) camilodeasis@hotmail.com TW @camilodeasis IG @camilodeasis1