Del colapso a la transición hay un paso: la salida de Maduro. Éste es el gran consenso nacional. El país está unido y clama una sola cosa: fuera Maduro ya. La gente está clarísima que el origen de esta tragedia y su solución, son consecuencia de la permanencia del régimen criminal en el poder.
No hay palabras, imágenes ni testimonios que puedan transmitir el grado de la devastación que el régimen narco-comunista le ha provocado intencionalmente a nuestra Nación, en sus tres componentes: población, instituciones y territorio.
Hay que decirlo, lo que está en proceso es la desintegración de Venezuela como Nación. Se propusieron llevar a nuestra población a la enfermedad, a la desnutrición y a la huida. Nuestras instituciones están hoy entregadas a los designios de un régimen extranjero; un país sin Gobierno y sin Ley. Nuestro territorio está invadido hasta el tuétano por grupos criminales que explotan nuestros recursos naturales y lo usan como asentamiento de redes mafiosas y operaciones ilícitas que van desde el contrabando al terrorismo. Aún más, sin vergüenza alguna nos han colocado en el límite del riesgo de perder un territorio de enorme valor económico y estratégico, el Esequibo.
El colapso avanza en todas las áreas y es indetenible. No hay agua, ni luz, ni medicinas. El transporte se paraliza. No hay efectivo. La inflación ya supera el 20 mil % anual. El sueldo no vale nada.
La situación va a empeorar porque la producción petrolera está en caída libre. PDVSA colapsa. Este mes no van a cumplir los contratos de entrega de crudo. Los trabajadores petroleros abandonan los campos que comienzan a paralizarse. Algunos para siempre. 3 de los 4 mejoradores de la Faja Petrolífera del Orinoco se paralizaron esta semana. Más de 100 tanqueros siguen fondeados en las costas sin poder despachar un barril.
La urgencia de la sobrevivencia diaria no ha permitido que asumamos lo que representa la ruina definitiva de PDVSA. El régimen ha destruido, en pocos años, más de 100 años de historia petrolera. Corremos el riesgo de que las reservas más grandes del mundo se queden bajo tierra y que en un par de generaciones valgan CERO.
Como el quiebre también se dio en la Fuerza Armada Nacional, el régimen está apostando a su desintegración y su disolución. Esto tiene dos riesgos para ellos; el primero es perder esa fuerza de choque, -aunque ya no está dispuesta, ni en capacidad, de reprimir como antes-; y el segundo, que se evapore la poca gobernabilidad que queda, como consecuencia de la actuación impune de los grupos criminales que existen en todo el país.
Nuestra situación se agrava cada día, pero el colapso de la calidad de vida, de PDVSA y de la FAN, traerá, inexorablemente, el colapso de la dictadura.
La reacción desesperada de Maduro es buscar el apaciguamiento a cualquier costo. Desde un nuevo “diálogo”, a una nueva farsa “electoral”, a soltar a algunos presos políticos mientras apresan a cientos de militares. Creen que con eso puede abrir válvulas de escape a la creciente presión nacional e internacional. Se equivocan. Hoy, todo eso es irrelevante.
El país está claro y unido: sabemos que no dejarán el poder por las buenas, que sólo lo harán cuando apliquemos y articulemos suficiente fuerza ciudadana en desobediencia total, con la fuerza institucional, la presión internacional y la acción de los mercados. Todas están ya en marcha. Los obligaremos a dejar el poder.
Por donde voy en Venezuela, cada persona, con camisa roja o con braga de CORPOELEC, con uniforme militar o con franela del liceo, me dice lo mismo: fuera Maduro.
Este es el paso indispensable e impostergable para iniciar la Transición y la reconstrucción de Venezuela. Avanzamos.