Transcurrido más de un mes de la farsa electoral del 20M, el mundo opositor sigue en ascuas, viendo como el país se desploma, sobreviviendo a la voraz hiperinflación, pasando penurias y sin una hoja de ruta que conduzca a la única solución posible a la crisis: la salida de Maduro y el cambio del régimen. El liderazgo político tiene una deuda con la sociedad democrática y el primer paso para saldarla es la Unidad, lo cual exige una actitud honesta, responsable y mucha sensatez.
Dos errores se han cometido reiteradamente al promover una plataforma unitaria: uno, construirla con el objetivo de garantizar el control del llamado G4 (los 4 principales partidos). El problema no es tener control sino dar conducción política a la lucha. Obvio, para actuar con eficacia hay que tener un grupo representativo que tome ágilmente las decisiones, no puede ser en una asamblea con 50 organizaciones. Entonces el punto a discutir es una ruta común, quienes y como se decide, cuál es la representatividad de los actores políticos. No es un torneo de egos. Y el otro error fatal usualmente cometido es intentar construir la unidad desplazando al G4, lo que es imposible siendo esos partidos una demostrada realidad política y electoral. Tener la mayor representación del parlamento y el reconocimiento internacional es ya un factor determinante. Además mantienen una articulación muy importante con los gremios profesionales, empresariales y sindicales, el movimiento estudiantil organizado, la iglesia y otros sectores fundamentales de la vida nacional. Desconocer esta realidad es una mezquindad, una estupidez.
No es posible construir la unidad destruyendo lo que se tiene, es claro que la MUD es un punto de partida. Lógicamente, hay que revisar errores cometidos, evaluar las políticas y hacer las rectificaciones a que haya lugar pero ?sin dudas, la unidad debe tener como núcleo al G4 y a la AN, garantizando que la conducción política sea incluyente. Debe abrirse e integrar a otros factores del mundo opositor, vale decir a María Corina Machado, Antonio Ledezma y Henri Falcón, entre otros. Lo incomprensible sería que alguno de estos factores pretenda que los demás se sumen a ellos, hablar de unidad si es “en torno a mí” es una egolatría inaceptable. Tanto como la absurda pretensión de un grupo de montar su propia “plataforma unitaria” y de asumir la representación opositora sin tener la fuerza y legitimidad para ello. En el caso de Henri Falcón, debe comenzar por entender que la mayoría del país se abstuvo, es decir no voto por quienes le hicieron una propuesta electoral. No necesariamente la abstención significa un respaldo a la MUD pero queda absolutamente claro que no respaldó a quienes hoy pretenden sustituirla y señalar sus errores. Falcón y quienes lo apoyaron fueron derrotados, eso no es una tragedia pero es un hecho: pidieron el voto a un país que 80% rechaza a Maduro y ese país no votó por ellos. Que no lograron inspirar confianza y movilizar al país, es un hecho indiscutible. Lo lamentable es que Falcón llame “irresponsables” a esa mayoría que no votó, que anticipaba un resultado cantado y que advertía un fraude que después infantilmente él mismo denunció. Esa mayoría que no votó, le envió un claro mensaje y exige respeto. ¡Así es la democracia! Unos y otros están a tiempo de rectificar, trabajemos en eso… Francamente, urge un liderazgo responsable.
Twitter: @richcasanova
Richard Casanova Dirigente progresista / Vicepresidente ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.