Para bien o para mal, Diego Maradona es un personaje omnipresente que enciende polémicas y desata pasiones, siempre. Bien puede dar un mensaje de aliento a una albiceleste herida en Rusia-2018 o solo horas después exhibir un penoso espectáculo en un palco del estadio de San Petersburgo.
En 1997 se retiró como uno de los más extraordinarios futbolistas de la historia y más de dos décadas después se las arregla para seguir en el foco de atención con su notable carisma y actitudes controvertidas.
Su vida se resume en el famoso partido ante Inglaterra en México-86, todo en 90 minutos: un Maradona que hizo trampa con ‘la mano de Dios’ y el que anotó el tanto más bonito en la historia de los Mundiales.
Siempre ofrece imágenes impactantes para las cámaras. Su pasión de hincha, sus gritos desencajados, son ya habituales en los estadios de fútbol acompañando a la selección argentina o con Boca Juniors, el club de sus amores. Y también con el equipo albiceleste de Copa Davis de tenis, donde el silencio es ley.
Pero el martes mostró nuevamente lo que los argentinos se resisten a ver, un Maradona deteriorado, ajeno a que esa imagen lastimosa estuviera dando la vuelta al mundo.
En su festejo ampuloso del gol de Messi al minuto 14 tuvo que ser sostenido por un acompañante. Terminó la primera etapa y las fotos y videos atravesaron el mundo con un Diego ayudado para ser asistido. Tras el triunfo albiceleste apareció en otra pose polémica con el gesto clásico de los dos dedos mayores apuntando al cielo y un visible “put..”.
En el medio, también se pudo ver a un ‘Pelusa’ adormilado que despertó de golpe con las cámaras apuntándole.
Después de Messi, su contracara por carácter, seguramente fue quien más primeros planos dio a la televisión el martes en el estadio de San Petersburgo.
Se fue del estadio acompañado y encendió las alarmas. Pero luego llevó tranquilidad.
– Hay Diego para rato –
“Quiero contarles que estoy bien, que no estoy ni estuve internado. En el entretiempo del partido con Nigeria me dolía mucho la nuca y sufrí una descompensación. Me revisó un médico y me recomendó que me fuera a casa antes del segundo tiempo, pero yo quise quedarme porque nos estábamos jugando todo. ¿Cómo me iba a ir?”, señaló Maradona en su cuenta de Instagram.
“Les mando un beso a todos, perdón por el susto y gracias por el aguante, ¡hay Diego para rato!”, añadió el exfutbolista y entrenador de 57 años.
Un Maradona impulsado por la pasión instando a Messi y sus muchachos a escuchar una arenga para levantarles el ánimo tras la humillante derrota ante Croacia (3-0) o el otro, el de los gestos desaforados en el palco que eclipsaron el festejo de un capitán argentino infrecuentemente efusivo.
Los argentinos se estremecen cada vez que Maradona atraviesa por una crisis y él en todo momento se encarga de recordarles: ‘aquí estoy yo’. AFP