Por estos días a propósito del fin del primer semestre de este complejo 2018, varios especialistas expusieron cifras estimadas de la hiperinflación que desgarra día tras día la calidad de vida de la mayoría de los venezolanos. Todos los gremios, expresan de una u otra forma su descontento ante el desvanecimiento de un poder adquisitivo que ya no es tal, sino un mero paliativo. Uno de ellos es el correspondiente a los Profesores de las Universidades Nacionales.
La llegada de la hora de la comida que debiera ser uno de los momentos de mayor gozo familiar, se torna en angustia y a veces en tragedia al no proveerse del suficiente alimento, sobre todo si hay niños en el hogar. Son muchos los colegas universitarios que nunca en su vida imaginaron vivir este terrible momento, sobre todo porque hubo una época ya muy lejana en que la condición de profesor universitario era sinónimo de estabilidad económica.
Sin embargo, como parte de la política deliberada de subyugar todo vestigio de resistencia al proyecto de dominación totalitaria puesto en marcha desde 1999, las Universidades Nacionales fueron sometidas, con cada vez mayor perversidad, a un callejón sin salida que las conduce a su destrucción absoluta.
Los personeros de la ignominia que hoy nos gobierna, saben muy bien que en la Universidad tienen un adversario natural. Pues el conocimiento científico y humanístico que emana del recinto académico, no solo cuestiona la falacia oficial sino que es capaz de condensar un proyecto de país alternativo.
Por ello, el gremio universitario es objeto de inquina y amedrentamiento constante. Se nos pretender doblegar por medio del hambre, la inseguridad social y la persecución. Para ello cuentan con elementos que se dicen universitarios pero no son más que mercenarios de la saña.
El objetivo es extirpar a la Universidad de su capacidad de generar conocimiento y formar profesionales consustanciados con el ejercicio pleno de la Ciudadanía. Para ello, el régimen necesita Profesores apesadumbrados sin capacidad de raciocinio que actúen como simples borregos, dispuestos a mendingar limosnas y aplaudir a sus verdugos.
Pese a este nefasto panorama inducido, el gremio universitario no está dispuesto a doblegarse frente a la arremetida de la tiranía. Seguirá resistiendo para mantener en pie lo que nos queda de Universidad y buscar fórmulas para alcanzar las justas reivindicaciones que nos corresponde por derecho.
No queremos bolsas, ambicionamos la justicia. No queremos dictadura, ansiamos Democracia.