El izquierdista Andrés Manuel López Obrador, ganador de la presidenciales mexicanas el domingo, apeló hoy a la reconciliación y dijo que trabajará a partir de este día para acabar con la corrupción en México, problema que, dijo, “no va a costar trabajo” desterrar.
López Obrador decidió no perder tiempo; ha puesto manos a la obra para trazar de inmediato las líneas de su futuro gobierno y ha insistido en acabar con la corrupción como eje de su política y en el que fundó su campaña.
“No va a costar mucho trabajo desterrar la corrupción en el país porque en nuestro pueblo hay una gran reserva de valores culturales, morales y espirituales. Nuestro pueblo es honesto”, dijo en entrevista con la cadena Televisa.
Indicó que el problema de corrupción “es más por el comportamiento de los políticos; esa conducta es lo que ha dañado al país y manchado la imagen de México en el mundo”.
Durante su campaña, López Obrador señaló en reiteradas ocasiones que la corrupción anualmente le costaba a México 500.000 millones de pesos (unos 25.000 millones de dólares) y que se gastaba demasiado en pagar los sueldos de los altos funcionarios.
“No es solo combatir la corrupción e impunidad: es liberar fondos para el desarrollo. Todo lo que ahora se va por el caño de la corrupción se va a utilizar para financiar el desarrollo del país. Quiero que México se convierta en una potencia; tenemos todo para lograrlo”, expresó.
Se dijo presto para combatir la corrupción porque observa desde ahora que “habrá voluntad política”.
Hace un mes, la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) aceptó acompañar al Gobierno de López Obrador en temas de combate a la corrupción relacionados con proyectos de licitación de obra pública si resultaba ganador de las elecciones.
Sobre su llamado a la reconciliación, el líder izquierdista señaló que “todos los mexicanos” están “unidos para sacar adelante al país; es el propósito, (y para ello) hay que hacer a un lado las diferencias”.
A pesar de ser el blanco de constantes ataques, el político de 64 años siempre ha dicho que en política no tiene enemigos, sino “adversarios”.
Entre ellos destacan los expresidentes Carlos Salinas (1988-1994), Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012). Ante este último perdió en su primer intento por asumir la Presidencia de México por un estrecho margen y bajo la sobra del fraude electoral.
En su segunda oportunidad fue derrotado por el actual presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), a quien acusó de haber recurrido a la compra de “millones de votos”.
“No es mi fuerte la venganza; yo no odio. Estoy luchando por la justicia y a ellos (los expresidentes) los voy a respetar siempre y van a tener garantías para poder estar en el país sin ningún problema”, señaló.
Aseguró que no habrá persecución ni acoso sobre nadie porque quiere “la reconciliación con todos” y advirtió que su Gobierno va a representar a todos los mexicanos, sean ricos, pobres, creyentes o no creyentes.
Su propuesta fue retomada por Olga Sánchez Cordero, exministra de la Suprema Corte y quien será la secretaria de Gobernación (Interior) en el próximo gobierno, y de manera sorprendente por el expresidente Carlos Salinas, un férreo crítico del próximo mandatario.
La reconciliación “es una de las grandes tareas de la Secretaría de Gobernación. Hoy tenemos, como hemos visto en los porcentajes de votación, que más de 5,3 (de cada 10) mexicanos votaron en favor de López Obrador, pero tenemos que llevar a cabo la reconciliación con los que no votaron por él”, declaró Sánchez Cordero a la cadena Milenio.
Por su parte Salinas, a quien se señaló durante las últimos días de la campaña como responsable de forjar un “pacto político” para impedir la llegada de López Obrador al poder, le envió una carta de felicitación a la medianoche del domingo en que precisamente tocó el tema de la reconciliación.
“Cada uno en su ámbito de responsabilidad habremos de apoyarlo, porque si al presidente López Obrador le va bien, a México le irá bien. Bienvenida la reconciliación que permita la unidad de la República. Es por México. Siempre primero México”, apuntó el exmandatario.
La primer gran tarea de López Obrador está en marcha y es unir un rompecabezas cuyas piezas están desgastadas y dispersas, y desde su futuro cargo está obligado a hacerlas coincidir.
El político izquierdista se impuso el domingo con entre el 53 % y el 53,8 % de los votos, mientras que Ricardo Anaya, del conservador Partido Acción Nacional, obtuvo alrededor del 22 % y José Antonio Meade, del oficialista Partido Revolucionario Institucional, cerca del 16 %, según cifras preliminares.
EFE