El joven delantero francés Kylian Mbappé ha brillado en la Copa del Mundo con su velocidad deslumbrante y sus goles, en unas actuaciones que lo han convertido en una superestrella del fútbol a nivel global.
Por Maya Barkin / Reuters
En su barrio natal de Bondy, ubicado en los suburbios al noreste de París, existe un orgullo inmenso por sus hazañas, pero no una gran sorpresa, ya que siempre supieron que Mbappé lograría cosas grandes.
El delantero de 19 años, que anotó dos tantos en el triunfo 4-3 de Francia sobre Argentina que llevó a “Les Bleus” a los cuartos de final del Mundial, es una figura conocida en el suburbio parisino, donde creció jugando en el club AS Bondy.
“Kylian estaba por delante de todos”, recuerda Jean-Marc Goue, un amigo del hermano mayor de Mbappé y profesor de educación especial en un barrio que tiene una gran población de inmigrantes del centro y norte de África.
“A los cinco años, solía escuchar a su padre (un entrenador del AS Bondy) hablando en los vestuarios y su habitación estaba llena de imágenes de Zidane y Ronaldo”, dijo Goue, de 28 años.
Pero el joven futbolista, que se unió al AS Monaco cuando tenía 14 años, nunca perdió contacto con sus raíces o dejó que el éxito se le subiera a la cabeza, incluso después de ser transferido al Paris Saint-Germain en 2018 por 145 millones de euros (unos 170 millones de dólares).
Según sus cercanos, en esto fueron clave su padre, originario de Camerún, y su madre, una jugadora de balonmano de Argelia, quienes se instalaron en una comunidad que se encuentra entre dos carreteras ubicadas en medio de varios proyectos habitacionales deteriorados. En Francia, el lugar a menudo es conocido despectivamente como el 93, por el número del barrio periférico en el que se ubica.
“Es bastante fácil que la fama y el dinero se te suban a la cabeza, pero Kylian es diferente”, dijo Goue. “Él sabe de dónde viene gracias a su familia. Él es una fuente de orgullo para los niños en Bondy, un modelo a seguir”.
El mes pasado, Mbappé ayudó a financiar un viaje a Rusia para un grupo de estudiantes de una escuela local. Durante su estadía de 10 días, los 25 adolescentes visitaron Moscú y asistieron a los partidos mundialistas Marruecos-Portugal y Francia-Dinamarca.
Para Nassyn, un niño de 13 años que fue parte de ese viaje, Mbappé es la prueba viviente de que “todo es posible”, a pesar de venir de un suburbio que a menudo es estigmatizado debido a su gran población migrante y su alto nivel de desempleo.
Si bien Mbappé es discreto sobre sus donaciones caritativas -en medio de informes de la prensa francesa que apuntan a que el delantero renunció a sus premios en el Mundial entregando el dinero a organizaciones benéficas- los habitantes de Bondy han sentido el impacto.
Mickael Ichkhanian -exjardinero del estadio Leo Lagrande, donde Mbappé debutó- dijo que la comunidad tenía la suerte de que surgiera alguien que muestra una madurez más allá de sus años dentro y fuera de la cancha.
“El hecho de que venga del 93, que a menudo es retratado negativamente por los medios, simplemente nos pone aún más orgullosos”, sostuvo.