La tragedia humanitaria que padece nuestro país, no ha sido ocasionada por un enfrentamiento bélico o por una catástrofe natural. Asombrosamente ha sido causada por la corrupción y la mala gestión de un régimen irresponsable, que se empeñó en aplicarnos un modelo comunista fracasado disfrazado de socialismo. El paquete económico de este régimen ha tenido como una de sus consecuencias la destrucción del sector productivo de nuestro país, con notable ensañamiento en el sector agroalimentario y con la catastrófica ruina de Pdvsa, empresa generadora de más del 95% de nuestras divisas.
La disminución de un ochenta por ciento de la oferta nacional de alimentos y la imposibilidad del régimen de importar por falta de divisas, acrecienta día tras día la emergencia humanitaria que azota a nuestra sufrida población. Esta dolorosa situación ha sido plasmada por Cáritas de Venezuela en su último comunicado donde señala que: “en este momento la dignidad humana está siendo agredida e irrespetada, especialmente en aquellos que son los más vulnerables, en los que se ha acentuado la fragilidad y dependencia por el déficit nutricional y la falta de medicamentos”.
La crisis que padecemos ha degenerado en una emergencia humanitaria compleja, porque además de ser ocasionada por la corrupción y la ineptitud del régimen, está siendo aprovechada políticamente por éste para intentar perpetuarse en el poder. Esto constituye una violación múltiple de derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la integridad personal, a la salud y a la alimentación. Toda esta situación aberrante que ha convertido a la población en rehenes del hambre, está tipificado en el derecho internacional como crímenes de persecución por motivos políticos.
El régimen está utilizando como arma política la emergencia humanitaria, la cual es el resultado de su mala praxis económica y política, negando el acceso a los pocos alimentos y artículos de primera necesidad disponibles, distribuyéndolos entre sus partidarios y restringiendo su suministro a quienes no lo apoyan. Además, a través de la hegemonía comunicacional implantada por el mismo, ha desarrollado una campaña de propaganda sobre una presunta “guerra económica” y la presencia de un “enemigo interno”, para justificar la militarización de las actividades productivas del país y someter a más abusos y controles a productores, emprendedores y empresarios del sector de alimentos.
La emergencia humanitaria en nuestro país ha sido denunciada reiteradamente por la Asamblea Nacional, por distintas instituciones públicas y por organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales preocupadas por los derechos humanos. Recientemente organizaciones como la ONU, la OEA, el Parlamento Europeo y gran parte de la comunidad internacional han expresado su consternación y se sienten alarmadas ante la desoladora situación humanitaria de nuestra nación, donde se han producido numerosas muertes por desnutrición debido a los niveles de pobreza, a la escasez y a la carestía de alimentos y de medicinas. También es notable la preocupación internacional por la afluencia sin precedentes en la región, de cientos de miles de refugiados y migrantes venezolanos que huyen del hambre y de las enfermedades hacia distintos países del mundo.
Ante el reclamo nacional e internacional, el régimen ha hecho caso omiso y se ha dedicado a negar la crisis y a no permitir la ayuda humanitaria ofrecida desde el exterior, lo que se considera también otro delito de lesa humanidad. Por lo tanto, la comunidad internacional está exigiendo al régimen que permita la apertura de un canal humanitario para socorrer a nuestra población. Voceros del gobierno pretenden culpar a sectores políticos y de la sociedad civil de una posible intervención internacional por razones humanitarias, cuando la realidad es que si esto se lleva acabo es de su absoluta responsabilidad, por no permitir la ayuda humanitaria, por manipular la crisis en su beneficio y por condenar a nuestra población al hambre, a la desnutrición y al padecimiento de enfermedades de todo tipo.
Es necesario, es urgente salvar a nuestra Nación de esta inmensa tragedia que la está devastando.