En el mes de Mayo de 1965, al cumplirse 10 años del Ateneo de Coro se abrió el 1er concurso de Cuento y Poesía. El Jurado estuvo integrado por el Prof. Maximiliano Guevara, el periodista Virgilio Medina y el escritor Antero Dupuy Chirinos.
En el archivo privado de la institución reposa la memoria escrita de todo lo acontecido referente a dicho concurso, por cuanto, el Diario La Mañana recogió la controvertida polémica suscitada sobre “Poemas Circunstanciales” de Lidda Franco Farías, participante, quien obtuvo el 1er Premio de Poesía.
Ardorosos argumentos confluyeron de quienes no compartían el premio en cuestión a Lidda, pero también expresaron su parecer los que justificaban la decisión y la aplaudían.
Eran otros tiempos, aún la cuidad de Coro recoleta y austera, mantuana y pudorosa se negaba a considerar como buenas, expresiones que lucían indecorosas para el buen decir, no era bonito ni aceptable hablar de “orines milenarios chorreando en los rincones…
Hurgando en esos viejos papeles de más de cincuenta años, abrí la publicación “Poemas Circunstanciales”, (dejo constancia expresa que no soy crítico literario) me llamó la atención este verso: ¿Que hacer para reconciliar el llanto y la sonrisa?; sentí que la pregunta está vigente es pertinente en este momento y amerita reflexión, hoy hay lagrimas y amargura en los rostros de la madres que lloran la muerte, el encarcelamiento y la desaparición forzada de sus hijos en manos de agentes mercenarios, de sicarios colectivos de control social; la sonrisa huye del rostro de todos porque lo que hay es pesadumbre, temor y rabia.
Qué diría Lidda mujer sensible y combativa preocupada activista revolucionaria hoy? Para el tiempo de sus poemas militaba en la Juventud Revolucionaria Copeyana.
Vuelvo y digo en 1965 en Coro había orines milenarios en los rincones, pero podíamos vivir tranquilos sin el sobresalto de la inseguridad, comer tres veces al día aunque fuera arepa y suero. Continué leyendo y otro verso obliga…
¿Qué hacer si no hay espacio para el grito? En la Coro de 1965 silenciosa y modesta con sus viejos caserones hubo espacio para el grito de Lidda, eco prolongado, escribió y hubo institución cultural abierta sin prejuicios ni gríngolas sectarias para echar a volar su protesta, sin intimidaciones ni acosos; por cierto, en el acto de premiación estuvo presente el Ejecutivo Regional en la persona de Felix Vargas Graterol, el Director de Educación y Cultura Prof. Silverio González el poeta Martiniano Bracho Sierra quien hizo la presentación del poema laureado. Esto, para desmentir a quienes hablan sin saber y dicen que Lidda fue perseguida. Falso. El acto de premiación fue asistencia completa en la sede del Ateneo de Coro de la calle Zamora.
Sin duda, el tiempo es el tesoro mas valioso que tenemos ubica cada hecho en su justo lugar. Algunos pueden pensar y estan en su derecho que mi apreciación no se ajusta pues Lidda no está para rebatirme, les digo, la conocí, la traté en los espacios de Copei en la calle comercio; nos unió una buena amistad siempre, aún después en trincheras diferentes.
Hoy si es verdad que no hay espacio para el grito, hay persecución sitios inhumanos de reclusión entre otros el Helicoide, Ramo Verde, La Tumba, espacios de horror, tortura y muerte. Pregunto con Lidda y al aire sus poemas vistos desde la épica de esta poesía de la realidad que nos ahoga:
¿Que hacer para reconciliar el llanto y la sonrisa?
¿Qué hacer si no hay espacio para el grito?
No es vana e ilusoria añoranza del pasado es conscientemente constatar realidades que nos indignifican como pueblo doliente.
¡Con los muertos también se habla!