Si hay algo que he aprendido,
es que la piedad es mas
inteligente que el odio, que
la misericordia es preferible
aun a la justicia misma,
que si uno va por el mundo
con mirada amistosa, uno
hace buenos amigos.
Philip Gibbs
Sacando una de esas guías políticas que debe usar todo buen gobernante, pero que pareciera ser usada más por los malos dignatarios, tal como el libro “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo, que todos deberíamos conocer, en especial los que se precien de ser políticos, pues hace referencia a que la imagen de “El Príncipe” dependerá en un 100% de la imagen de sus ministros, en particular de los hacedores de justicia.
Traigo esto a colación porque veo con profunda preocupación como este régimen que se atribuye cambios profundos, día a día es penetrado, invadido y/o saqueado por personajes que distan muchísimo de ser verdaderos revolucionarios, hombres probos, de buena fe, llenos de ímpetu por hacer las cosas bien ¡qué va!, ¡nada de eso hay en la viña de Maduro! Para los ministros, así como todos los funcionarios públicos, la máxima para dejar “i que” bien parado a su jefe, es hacer lo malo, pero bien, a la perfección, y los premian por ello.
Particularmente, decisiones, pronunciamientos o sentencias dan cuenta de lo mal que se hacen las cosas en el Poder Judicial, entre mayores sean las transgresiones al cuerpo normativo del país la complacencia de “El Príncipe” se hace ostensible, aunque lo apropiado en nuestro caso es hablar de dictador, y la premiación no se hace esperar, en su mayoría los magistrados de nuestro más alto tribunal están ahí porque cometieron faltas graves a la administración de justicia, nombrarlos nos ocuparía mucho espacio, basta con señalar casos como el de los efectivos de la Policía Metropolitana para coincidir en lo despreciable de la Juez que los condenó.
Hablar de perversidad o morbosidad en los administradores de justicia sería de ilusos, siempre lo he dicho, actúan llevados por el instinto de supervivencia, lo cual es algo básico en los animales y en los seres humanos, como pudiera hacerlo un perro con el único fin de recibir comida a cambio, hablar de talentos para hacer el mal es admitir capacidades inexistentes en Jueces, Magistrados y Fiscales que se ven impulsados a trasgredir la ley con agrado por la majestad de un cargo o las dadivas que pueden traducirse en fortunas mal habidas, como la que se dice tendría el Presidente del TSJ tildado de ilegítimo.
En este plano instintivo, repito, básico, para animales y personas como usted o yo, subordinar cualquier poder público, especialmente el Judicial, es pan comido, el magistrado o juez, como cualquier otro funcionario, no es que pase a ser una foca, decir eso sería enaltecer su condición de funcionario, realmente se convierte en un parásito que degenera en un virus que inoculado en la sociedad genera infecciones que socavan las bases del Estado de Derecho y Justicia, una de esas infecciones más notorias es la impunidad, la cual ha sido la principal causa de la corrupción galopante en todas las instancias de gobierno.
Como pueden apreciar, cuando digo “En alerta roja la justicia venezolana”, es porque efectivamente la gravedad de su descomposición es de una magnitud tal que amenaza incluso con llevarse en los cachos a lo que creíamos una esperanza de cambio para todos los venezolanos, el @TSJ_Legitimo, ubicado en una encrucijada representada por la falsedad, el oportunismo o la falta de respeto a la Ley, en alguna de las tres habría incurrido su Presidente, Miguel Ángel Martin, para ocultar su doble nacionalidad, en caso de descartar la encrucijada habría caído en el plano instintivo, en el mero impulso de ocupar una posición que hoy día daría al traste con la poca credibilidad en las instituciones llamadas a fortalecer los esfuerzos dirigidos a recuperar la democracia.
Todo esto viene ocurriendo en el ámbito judicial, donde atenerse a las normas, como me enseñaron a mí, debería ser cuestión de vida o muerte, pero no, muchos con el afán de hacerle mella al TSJ encabezado por quien tiene prontuario, hicieron a un lado ciertas formalidades, lo cual hoy es un hecho innegable, posteriormente se lanzaron a una aventura, para morir en la orilla luego de tanto nadar, dejándonos sin mayores alternativas para seguir en la lucha que decían asumir para devolvernos el país que anhelamos.
La justicia venezolana está en alerta roja, por una razón por demás sencilla, la infección de la impunidad que trae consigo la corrupción no la tiene solamente la pandilla que mantiene secuestrada a Venezuela, también contagió a la oposición, a un sector en el cual esa infección de impunidad degeneró en colaboracionismo, que en grado superlativo es el causante de los pelones, ex profeso, que explicarían el por qué se dejaron pasar detallitos como el de la doble nacionalidad que hoy enfrenta a los designados con quien los designó.
En ese escenario de alerta roja, veo a la justicia enrumbada a seguir por derroteros de ilegalidad que serán difíciles de superar, con o sin ayuda internacional, haciendo inocultable que la infección ha llegado a un nivel de gravedad tal que amerita amputaciones, e imputaciones también, en ambos lados, adentro y fuera del país, sólo así dejará de estar en alerta roja, a menos que queramos seguir dándole gusto a “El Príncipe”, disculpen, al dictador.
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