Luego de meses de barajar acertijos sobre cómo sacudirle el polvo a este desastre económico, que asemeja una devastación de posguerra, pero que en realidad procede de la marcha mostrenca hacia un supuesto socialismo, el régimen destapa su enésimo plan de recuperación y crecimiento económico.
El eje de la nueva ocurrencia es la supresion de cinco (¡ya no tres!) ceros al cono monetario, coincidencialmente, uno menos que los seis ceros del 1.000.000% que el Fondo Monetario Internacional estima como inflación en los doce meses venideros. Un burdo maquillaje para una economía con enfermedad terminal. No se contempla acción alguna sobre los desequilibrios fiscal y monetario, que juntos con el marrullero control de divisas, son los grandes acicates de la hiperinflación.
Desconociendo que nuestra debacle económica tiene su matriz en la destrucción de la capacidad productiva doméstica, no se contemplan incentivos al capital privado nacional para la urgente reactivación de la oferta interna de bienes. Se ofrece exonerar la importacion de bienes de capital, pero bajo las mismas condiciones excluyentes del control de cambio imperante desde hace 16 años.
Como un insulto a la inteligencia, se reforma la ley de ilícitos cambiarios “para que vengan capitales del exterior”. Son catetos o se burlan: para los inversionistas extranjeros representamos la última opción en el hemisferio. La confianza en el actual régimen es cero. Hasta Cuba ofrece mejores condiciones y recibe inversión europea.
Por último, adjudicarle al Banco Central un bloque de “recursos petroleros no explotados” como reserva en garantía para atribuirle al Petro las propiedades inherentes a una divisa, como respaldo del Bolívar, es una críptica y ficticia propuesta. Nadie confía en una criptomoneda como reserva internacional. Seguramente, la idea es continuar, irresponsablemente, emitiendo circulante sin respaldo real.
Solo resta preguntamos si, además de comisarios políticos y militares, consultarían a algún economista para la cocción de este singular engendro…