El polen que las abejas transportan a diario de una flor a otra resulta ser una herramienta científica para conocer cómo eran los ecosistemas en un pasado específico, informó hoy el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de México, reseña EFE.
La investigadora Gabriela Domínguez realizó un reciente estudio sobre las propiedades del polen y su capacidad para enseñar el pasado, advirtiendo que pueden conocerse las condiciones ambientales de una determinada época, los incendios forestales acontecidos e incluso cuánto tiempo ha estado un cadáver abandonado.
Esto resulta posible dado que los granos de polen son extremadamente resistentes, característica que les permite almacenarse en diferentes ambientes por miles o millones de años y, al ser desenterrados, indicar características del ambiente en donde crecían y las plantas que los produjeron.
Para saber qué sucedía en el pasado, la doctora explica que primero “se obtienen núcleos de sedimento de ríos, lagos, esteros, pantanos y se comienzan a obtener granos de polen en las muestras, las cuales se extraen con técnicas químicas”.
Posteriormente, los granos son clasificados y contados para determinar cuáles son los granos dominantes.
Con esa información se puede conocer la vegetación y el clima, como en el caso de núcleos extraídos en lagunas costeras, que desvelan si había o no manglares y los niveles del agua.
La especialista resalta que la planta que produce un tipo de polen proviene de un tipo de vegetación en particular y que, sabiendo esto, es posible reconstruir el medioambiente de un tiempo específico.
“El polen es muy noble, nos permite conocer de forma indirecta o directa las características de la vegetación. Con el polen es posible hacer una reconstrucción de la vegetación extinta y así reconstruir también el cambio climático”, asegura Domínguez.
Para esto último, se observa el efecto que tiene el polen en los procesos de reproducción de los organismos, a partir de la cantidad y el tipo de polen que hay en cada gradiente altitudinal.
También es posible con el polen hacer caracterizaciones de la vegetación con aplicaciones forenses.
“Por la cantidad de polen en un cuerpo u objeto, es posible conocer el tiempo que lleva abandonado. Es un método que fue utilizado en la guerra de Bosnia para saber si los serbios habían sido los verdaderos culpables de un asesinato colectivo”, abunda.
Los incendios forestales pasados también pueden ser objeto de estudio, ya que, a partir de la detección de partículas orgánicas como macrorrestos de carbón, se pueden reconstruir esos incendios e indagar en sus causas.
El polen es un conjunto de granos microscópicos que se encuentran en los estambres de la flor y que son transportados por el viento, animales como los murciélagos, insectos o aves hasta llegar a otras flores y realizar el proceso de polinización.
La experta puntualiza que existen dos principales tipos de polinización, la entomófila -cuando hay un insecto polinizador específico y la flor produce menos polen- y anemófila, cuando la polinización se lleva a cabo a través del viento.
En este último caso la flor producen mayores cantidades de polen para asegurar de que al menos un grano pueda alcanzar la flor para su fecundación.
La científica concluye afirmando que “el polen ha permitido que se conozca un poco más del pasado. Sus aplicaciones rebasan al tiempo presente que nos alimenta, viste y sostiene, también nos nutre con el conocimiento de tiempos viejos”.