Con más de 3.500 muertos al año, los accidentes de tránsito en Ecuador han desnudado los problemas de una actividad que requiere una mayor capacitación, concienciación y control, para tratar de minimizar el doloroso vía crucis de víctimas y familiares por las carreteras del país.
El accidente de un autobús ocurrido el pasado martes en la carretera que une Quito con la localidad turística de Papallacta y que dejó 23 muertos y 22 heridos, destapó una vez más esta caja de pandora sobre la siniestralidad en el país y los problemas conexos que rodean este fenómeno.
El siniestro del autobús de matrícula colombiana, sin los permisos debidos, con aparentes fallos mecánicos y un conductor supuestamente sin los papeles en regla, marcaron una semana en la que otros accidentes redondearon una escena trágica que dejó cerca de 40 muertos.
Estadísticas de la Agencia Nacional de Tránsito señalan que entre 2016 y 2017 ocurrieron 56.560 accidentes, casi un 80 por ciento de los cuales se debió a la impericia, imprudencia o inobservancia de las señales de tráfico por parte de conductores y peatones.
Para el experto en temas viales y secretario de Seguridad del Municipio de Quito, Juan Zapata, la siniestralidad en el tránsito alcanza ribetes dramáticos durante todo el año, pero afloran de manera mediática cuando hay casos con muchas víctimas.
Y es que algunos expertos coinciden en que Ecuador es un país de cultura reactiva, que reacciona luego de tragedias con pérdidas de muchas vidas humanas.
Por eso, los especialistas consideran que la solución a este tipo de fenómenos no pasa por la elaboración de leyes o normativas, sino por la educación.
En el país se reportan unos 3.500 muertos cada año por accidentes de tránsito, aunque algunas organizaciones no gubernamentales aseguran que son hasta 13 muertos por día, lo que elevaría la cifra global hasta casi 5.000 por año, señaló Zapata en una entrevista con Efe.
Consideró que “hay que hacer una transformación integral” e incluso institucional en el campo de la seguridad vial para bajar ese índice de siniestralidad que, en su mayoría, tiene como principal factor al ser humano.
“El 92 por ciento” de los accidentes “están vinculados al factor humano” y por ello se requiere una política que, sobre todo, fortalezca la estrategia conocida como de “las tres C”, apuntó.
“Capacitación, Concienciación y Control” es la trilogía que, para el experto, podría dar dirección a una política seria para bajar los indicadores de accidentes de tránsito en el país.
Y es que, para Zapata, la mayoría de conductores de autobuses y camiones tienen un nivel muy bajo de conocimiento y cuidado de su profesión.
Recordó que ha participado en un proceso de capacitación a más de 12.000 chóferes (una muestra que considera representativa) y en el que la nota promedio fue de 4 sobre 20, es decir una calificación insuficiente.
Pero también reclama acciones institucionales y dice que hay una deficiencia en el sistema de control en la Agencia Nacional de Tránsito.
Un usuario que toma un vehículo en la Amazonía con dirección a la región andina o costera “reza para que no le pase algo en el camino, porque no hay una sola autoridad de tránsito en la vía”, añadió como ejemplo.
Sin embargo, hizo hincapié en que hace falta capacitación y concienciación para reducir el hecho de que sea el factor humano el que mayormente incide en la siniestralidad.
“Ecuador tiene una de las mejores redes de carreteras de Suramérica y su parque vehicular es nuevo, pero cuando en la trilogía hombre-vehículo-vía uno de esos factores rompe el equilibrio, se producen accidentes”, apostilló el experto.
Y por eso repitió: “Hay una falta de capacitación que preocupa”.
Recordó una iniciativa que impulsó cuando formaba parte de la Policía, llamada “Corazones azules”, que dio buenos resultados, pero que lamentablemente se cerró hace unos ocho años.
Ahora se ha retomado gracias al aporte de organizaciones de la sociedad civil, pero que ha perdido la fuerza que adquirió cuando era coordinada por la institución policial.
EFE