Emmerson Mnangagwa fue investido hoy nuevo presidente de Zimbabue, tras conseguir la mayoría necesaria en la primera vuelta electoral, en una ceremonia celebrada menos de 48 horas después de que el Tribunal Constitucional desestimase una apelación de la oposición que alegaba fraude. EFE
“Yo, Emmerson Dambudzo Mnangagwa, juro que como presidente de Zimbabue seré fiel a Zimbabue y obedeceré, apoyaré y defenderé la Constitución y todas las leyes de Zimbabue”, dijo el presidente al jurar el cargo durante la ceremonia celebrada en el estadio nacional de la capital, Harare, a la que han asistido varios jefes de Estado africanos y miles de personas.
Mnangagwa se confirma así como el primer presidente electo tras los casi cuarenta años en el poder del expresidente Robert Mugabe, que gobernó el país desde su independencia en 1980 hasta que dejase el puesto el pasado noviembre tras un golpe de Estado.
Mnangagwa logró en las elecciones del 30 de julio el 50,6 % de los votos, frente al 44,3 % del líder del opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), Nelson Chamisa, en unos resultados que fueron avalados este viernes por el Tribunal Constitucional, que desestimó el recurso por fraude electoral presentado por la oposición.
El encargado de tomarle juramente ha sido justamente el juez Luke Malaba, el mismo que el viernes fue encargado de leer el veredicto del Constitucional.
A la ceremonia han asistido los presidente de República Democrática del Congo (RDC), Joseph Kabila; Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, y Ruanda, Paul Kagame, entre otros, y, para sorpresa de los zimbabuenses, también acudió Bona Mugabe, la hija mayor del expresidente.
No ha acudido la oposición, que alegó hoy que no ha recibido invitación para el evento.
Chamisa anunció ayer que no asistiría a la ceremonia ya que, explicó: “no me pueden invitar a una boda donde soy yo el que debería recibir los regalos”, haciendo alusión a su creencia de que es el legítimo vencedor de las urnas.
Estas elecciones fueron las primeras sin Robert Mugabe, quien desempeñó el poder con mano de hierro durante casi cuatro décadas hasta ser forzado a renunciar por un levantamiento militar en noviembre pasado.
Mnangagwa le sustituía en la Presidencia desde entonces y estas elecciones han sido el escaparate, nacional e internacional, para legitimar su poder.