La crisis económica en Venezuela ha recrudecido desde el 20 de agosto cuando el jefe de Estado, Nicolás Maduro, puso en marcha su programa de “recuperación, crecimiento y prosperidad”, un plan que según el Gobierno ha sido exitoso pero que contrasta con la escasez generalizada que se vive en el país.
La hiperinflación en que entró Venezuela el año pasado se disparó tras el paquete de ajustes financieros decretados por el Ejecutivo, al punto de que los precios suben ahora 4 % cada día y lo hicieron en un 223,1 % el mes pasado, según datos de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento), controlado por la oposición.
“Tenemos 4 semanas de una inflación que se ha acelerado de una manera importante y para el mes de septiembre vamos a tener la inflación más alta de lo que va de año como consecuencia de las medidas”, dijo a Efe el diputado Ángel Alvarado, miembro de la Comisión de Finanzas de la Cámara.
El legislador criticó que las promesas de apertura económica del Gobierno no se hayan cumplido al considerar que, por el contrario, hoy existen más controles, especialmente sobre el flujo de divisas, la producción y distribución de alimentos y otros productos de primera necesidad, generalmente escasos en la nación caribeña.
La llamada revolución bolivariana fijó los precios de decenas de productos como la carne, el pollo y los huevos, alimentos que desaparecieron de los supermercados y que se conseguían con relativa facilidad dentro del desabastecimiento en que se encuentra el país desde hace años.
Ante esto, Maduro ha anunciado más controles sobre la actividad económica que, ha explicado, será fiscalizada para castigar a quienes no respeten los precios “acordados”, aún cuando los empresarios han denunciado que casi todos los nuevos precios los determinó el Gobierno sin considerar los gastos de inversión y las ganancias.
Por otro lado, el líder chavista invitó a los ciudadanos a contribuir con la “recuperación económica” canjeando sus divisas en el incipiente mercado oficial de subastas, un espacio que sigue ofreciendo un precio muy inferior al que se maneja en el mercado paralelo e ilegal.
Pese a que el Gobierno ha promovido las subastas y autorizó que los bancos nacionales operen con monedas extranjeras, en ninguna entidad financiera o casa de cambio se puede comprar hoy un dólar o euro, pero sí se puede vender a la tasa depreciada que fija el Banco Central (BCV), por lo que las ofertas son pocas.
“La expectativa que había que eso podía ser una apertura del control de cambio se ha convertido en un control más férreo que criminaliza aún más la actividad económica y genera mucha más desconfianza y miedo”, opinó Alvarado al recordar que el chavismo despenalizó este mes los ilícitos cambiarios.
El diputado cuestionó también el aumento del ingreso mínimo legal que Maduro multiplicó por 35 y lo ubicó en unos 30 dólares, según la tasa oficial de cambio, pues “mucha gente quedó desempleada a finales de agosto y seguramente es la tasa de crecimiento del desempleo más alta de lo que va de año producto de las medidas”.
El gobernante venezolano además aumentó un impuesto general sobre el consumo, anunció un inminente incremento exponencial en el precio de la gasolina y se comprometió a reducir el déficit fiscal a cero, algo que no ha cumplido según Alvarado pues, aseguró, el BCV sigue imprimiendo dinero sin respaldo y, por ende, estimulando la inflación.
Además, el Ejecutivo puso en marcha una reconversión monetaria que le quitó cinco ceros al bolívar, una moneda que devaluó en 95,8 %, y echó a andar una nueva familia de billetes con denominaciones más ajustadas a la hiperinflación.
Uno de los propósitos de esta medida era corregir la escasez de dinero físico, un problema que persiste así como la reventa de los billetes especialmente en los estados fronterizos, donde los ciudadanos pueden comprar productos escasos a precios más bajos si pagan con efectivo.
EFE