Parto de una de las conclusiones esgrimida por uno de mis compañeros de labores, de junta directiva y amigo personal, Luis Buttó, en el más reciente de sus artículos, publicado el domingo pasado en este prestigioso portal. Señala allí Buttó: “La pusilanimidad no es nuestra franquicia”. No somos pusilánimes. Por eso resistimos firmemente con ánimo, valor, decididos; aún en las situaciones más comprometidas, para dirigirme, como suelo hacer, desde la base del voquible “pusilánime”.
Hoy en la USB habrá Asamblea de Profesores. Otra Asamblea donde otearemos, de nuevo, acciones y decisiones para enfrentar al régimen que desde hace años nos ve como sus enemigos y, por tanto, procura nuestra más inmediata destrucción. La procura destructiva parte desde los sueldos tendientes al hambre, desde las fechorías más impronunciables, desde la muerte de estudiantes, desde el encarcelamiento, desde el desconocimiento de representantes gremiales y sindicales, desde la violación más flagrante conocida hasta ahora de la Autonomía Universitaria, desde los límites presupuestarios y las órdenes giradas para el control de todo en nuestras instituciones, por negocio o por imposición notable de poder; hasta la carne que se consume en los comedores es impuesta, como impuesto es que no puedan acceder allí trabajadores, obreros o profesores. Como menciona otro buen amigo, el Diputado Luis Barragán, en su más reciente artículo de este portal: “… no hay universidad venezolana que no se encuentre encarcelada”.
¿Y cómos salir de la prisión? Esta semana acudimos también a dos eventos de suma importancia política; de suma importancia social; de suma importancia universitaria: en el Aula magna volvimos a reunirnos con otros sectores de la vida nacional, con eso que denominan parte sustancial, aunque no completa, de la sociedad civil venezolana. Allí se escucharon dos gritos permanentes: ¡unión! y ¡ya basta! Pero: ¿cómo hace la “sociedad civil” para materializar esos gritos, esos aullidos desesperados, insignificantes sin fuerza fáctica? ¿Cómo se coloca la pared infranqueable del ¡ya basta!? ¿Cómo se alcanza aquí y ahora, o más luego, la libertad? Esas son las respuestas que debemos hacernos. Luce débil, así, el otro llamado, el de una Huelga General, propugnada por un partido político, con su líder como vocero. Falta mucho desde abajo para algo como eso. Faltan muchos factores por concatenar para algo como eso, ahora, sin negar que es una fuerte posibilidad, posiblemente salvadora de escollos, mucho más viable y loable que una intervención foránea directa, venga de donde provenga. Para ello se invoca, abierta, justamente, a la Constitución en sus diferentes artículos, especialmente el 333, el 350. Luce lejos esa estrategia, falta de mesura, de elaboración profunda.
El otro evento fue ayer, cuando la Asamblea Nacional conoció y discutió, finalmente, la honda problemática educativa nacional, en todos sus sectores y se aprobó el acuerdo de emergencia educativa, con todas sus consecuencias políticas, sociales, educativas. También está falta la Asamblea de poderes fácticos, a pesar de ser siempre defendida por nosotros, consustanciados con ella, como órgano legítimo del Estado. El único, realmente.
Desde la universidad y no sólo desde ella, resistir ha sido una tarea por años. ¿Cuánto más? ¿Cómo más? Se hace imprescindible, para todos los sectores del país, TODOS, abandonar ya las quejas de parturienta adolorida y de comentarnos los problemas ingentes que nos ocurren a diario. El régimen, la dictadura, la tiranía, el despotismo… nos estorba la vida a diario y a propósito, nos somete a diario y a propósito.
Desde la universidad, lo peor posible es mantener visos de normalidad. Nuestro compromiso como universitarios, como ciudadanos creyentes, concienzudos, en la libertad, la democracia, la institucionalidad, la constitucionalidad y el republicanismo, está en encarar, sin pusilanimidad alguna, el momento, siempre con la idea firme de sabernos civiles, desprovistos de poder fáctico, como se ha demostrado, para revirar las circunstancias de manera instantánea. Las jugadas deben ser firmes e inteligentes, desde luego, evitando más presos, más torturados, más vilipendiados, más escarnecidos, más humillados, más muertos.
No en balde, el preámbulo de la Declaración Universal de Los Derechos Humanos considera “… esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. ¿Será por ello que Venezuela, el régimen venezolano, resulta hoy tan cuestionada por los países del orbe, reunidos en la ONU? ¿Será por ello que tan peligrosa e irresponsablemente se nos expone a una intervención militar que mancillaría nuestra historia cívica y militar? Evaluemos las acciones y sus posibles resultas. Saldremos bien librados.
wanseume@usb.ve